Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

lunes, 18 de mayo de 2009

George Borrow y los gitanos de Badajoz. 1836. 1ª parte

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Las doce del día daban cuando el 6 de enero de 1836 el inglés George Borrow (1803-1881) pasaba el puente del Guadiana, dispuesto a entrar en Badajoz.

Daba gracias á Dios por haberle protegido en su viaje de cinco jornadas a través de las sierras del Alentejo portugués, infestada de bandoleros, y por la cual anduvo sin mas compañía que un mozo casi idiota, como el decía.

Contaba con detenerse muy poco en Badajoz, pues era su intención tomar al día siguiente la diligencia para Madrid, para comenzar sus servicios de colportor o difusor de biblias protestantes como agente de la Bible Society.

Un rato antes, cruzando el arroyo Caya, cuyas aguas corrían vigorosamente entre las empinadas orillas, comenzaban lo que no dudó en llamar “los años más felices de mi existencia [...] [en] el país más espléndido del mundo”.

Un hombre que estaba allí le dirigió hacia el vado chillándome en portugués; pero mientras estaba aún chapoteando en el agua, una voz procedente de la otra orilla le llamaba:

“O Señor Caballero, que me de usted una limosna por amor de Dios, una limosnita para que yo me compre un traguillo de vino tinto”.
Borrow le lanzó al mendigo una pequeña pieza de plata, el cual espetó:

"¡Santiago y cierra España!"
Emocionado Borrow, intentaba recordar donde había oído eso antes, mientras le venía a la mente lo que Gil Blas decía sobre la picaresca.

El ¡Santiago y cierra, España!, que escuchó Borrow es un tópico cultural español basado en un grito de guerra pronunciado por las tropas españolas de la Reconquista antes de cada carga.

La primera vez que se utilizó fue en la batalla de las Navas de Tolosa, por el rey Alfonso VIII de Castilla, y posteriormente fue utilizado en cada ocasión que se enfrentaban tropas españolas cristianas contra musulmanas.

El significado de la frase es, por una parte, invocar al apóstol Santiago, patrón de España, y por otro, la orden militar “cierra”, que en el castellano antiguo era un término militar que significaba entrar en combate, embestir o acometer.

Una vez acabada la Reconquista, la frase no dejó de utilizarse, especialmente por los tercios de la infantería española, quedando ya incorporada posteriormente como expresión vulgar de nuestra habla.

En cuanto a Gil Blas, estaba pensando en el protagonista de la novela picaresca, “Historia de Gil Blas de Santillana”, escrita por el francés Le Sage, que se empezó a editar en 1715 y se terminó en 1735.

Después de haber cruzado el puente, y llegar a Puerta de Palma, se apresuró a salir de una garita un tipo que llevaba sobre su cabeza un alto sombrero, con su figura envuelta en una inmensa capa y sin decir una palabra, le condujo a través de la puerta a una calle sucia, llena de hombres ataviados de la misma manera.

Borrow le preguntó a aquel tipo que quería, pero no se dignó a contestar. El chaval que acompañaba a Borrow le explicó que era una de las puertas de acceso a la Aduana donde examinaban el equipaje.

El “simpático” funcionario empezó a tirar de los baúles de la mula de carga, y comenzó desatarlos.

Borrow estaba a punto de darle una severa reprensión por su brutalidad, cuando antes de que pudiera abrir su boca, un corpulento anciano apareció por la puerta, era el que parecía ser su superior.

Le miró un momento y luego le preguntó, en inglés, si él era un inglés. Al ser la respuesta afirmativa, reprendió los compañeros de cómo se habían atrevido a tocarle con insolencia el equipaje sin órdenes, y le ordenó severamente que volviese a colocar los baúles nuevamente sobre la mula, lo cual hizo siguiendo sin proferir una palabra.

El caballero le preguntó que contenían los baúles: Le respondió que ropa y sábanas; después de pedirle perdón por la insolencia de los subordinados, le dejó pasar.

Entonces se dirigió a la Posada de las Tres Naciones, en la calle de la Moraleja, actual Ramón Albarrán, la cual le había sido recomendada en Elvas.

Entonces Borrow se encontró con la razón que le retendría tres semanas en nuestra ciudad:

El cielo estaba lluvioso, y yo pensativo y mohíno á la puerta de la posada, cuando por aquella calle casi desierta fueron bajando dos hombres embozados. Dióme golpe la fisonomía del que más cerca de mí puso y seguro de que no me engañaba le toqué el brazo pronunciando cierto nombre: ellos lanzaron una exclamación de sorpresa, y me respondieron como yo esperaba. Eran dos gitanos, y entablando al punto una conversación en el dialecto español de los Romanys, dijéronme que en Badajoz eran como unas diez familias, y que había otras tantas en Mérida: que hacían el tráfico de mulas y asnos, y que todos eran muy pobres, menos uno, el cual, como poseía algunas mulas y otras bestias de carga, podía pasar por muy bálbalo (rico). En esto, mis dignos interlocutores desviaron un tanto el embozo, y vi que debajo no había mas que harapos.

Borrow, en la adolescencia vivió durante un tiempo en un campamento gitano, donde aprendió su idioma y siempre fue una de sus prioridades de sus viajes el conocer más las costumbres de esta etnia. Dejemos que Borrow nos siga contando:

"Dejáronme, y se fueron á noticiar á los otros que había llegado un extranjero que hablaba el rommany como ellos, tenia cara de gitano y parecía ser de su raza.

En menos de media hora hálleme entre una porción de hombres, mujeres y niños del Egipto; y mi corazón se conmovió, porque nunca había yo visto tanta miseria y tan espantosas cataduras. Ay! después supe que sus rostros eran fiel expresión de su suerte miserable.

Hiciéronme varias preguntas, y se retiraron; pero me quedé con dos, que hice sentar junto al brasero, y encendieron los cigarros. Estuvimos un buen rato mirándonos.

Era el uno anciano, alto, flaco, atezado, y de original fisonomía; hablaba poco, y generalmente con expresiones singulares y grotescas.

Su compañero apenas frisaba con los treinta; menos alto, tenia la musculatura de un Hércules, el pelo crespo como las crines de una fiera, surcado el rostro por las viruelas, brillantes los ojos, espesas las cejas, crecida la barba y los dientes blanquísimos; pero su brazo derecho colgaba desecado como una rama sin mía, y contrastaba con la fuerza del izquierdo. Este extraño personaje, á quien llamaré primer Gitano, fue quien rompió la conversación:

Primer Gitano: Arromalí! (en verdad) al ver un extranjero á la puerta de la posada poco pensé yo encontrarme con un hermano, con un hombre que, aunque bien vestido, no se avergonzase de hablar con un pobre Gitano. Pero dígame hermano, de donde viene? Es quizás un Corahano? pues ello me dijeron que en Corahi hay muchos de los nuestros.

Borrow: No, no soy Moro, bien que he estado en aquel país. Nací en una isla del Occidente llamada Inglaterra, y de que supongo ya tendrán Vds. noticia.

Primer Gitano: Sí, señor. Oh! conozco á los Ingleses: bien se me acuerda del día en que entraron en Badajoz; sí, bien se me acuerda , á pesar de que era yo entonces tamañito: la sangre y el vino corrían por las calles. Conque ¿en Inglaterra hay Gitanos?

Borrow: Sí, lo mismo que en todas las demás naciones.

Segundo Gitano: Vaya! y ¿los Calore ingleses se ganan la vida como los de España? ¿trasquilan el ganado y las caballerías? ¿Compran y venden caballos, y de cuando en cuando (aquí bajó la voz) chore á gras (los roban)?

Borrow: Sí por cierto, esto hacen: los hombres van á ferias y mercados á vender las caballerías, las mas veces hurtadas; y las mujeres dicen la buena ventura, y hacen todo género de trampas.

Primer Gitano: ¿Y serian buenas Cales si otra cosa hicieran? Una Gitana he conocido yo, que en pocas horas ganó veinte onzas de oro por medio del hokkano baro (el grande ardid), mientras el imbécil de su marido pasaba quince días en esquilar caballos de Busnis sin hallarse mucho más rico que antes.

Borrow: ¿Es V. casado?

Primer Gitano: Sí, señor, y con la más guapa v astuta Calé de Badajoz; pero no hemos prosperado desde que nos casamos, y tal vez por mi culpa, porque tenia yo seis soberbios asnos que vendí para festejar mis bodas, y tras ocho días de fiestas y algazara me hallé pelado. Ahí me tiene V. reducido á ejercer el oficio de esquilador, y mi mujer todavía no ha podido hacer el grande ardid, y no por falta de ganas. El verano pasado la miseria nos llevó á Portugal: mi mujer cantaba, y yo la acompañaba con una guitarra, pues aunque no tengo mas que un brazo, este trabaja por dos. En Extremoz me pusieron en la cárcel, y á fe me hubiera muerto de hambre, si mi mujer no hubiese ido á trastornar con su aduladora parla los cascos de la esposa del corregidor, que se interesó por mí; y puesto en libertad, mas que de paso volvimos á España.

Borrow: Qué, ¿los gitanos españoles no suelen socorrerse unos á otros?—Pues bien lo hacen los de otros países.

Primer Gitano: El Krallix ha nicobado la liri de los Calés (el rey ha destruido la ley de los Gitanos): ya no somos el mismo pueblo que cuando vivíamos por sierras y despoblados, sin comunicación con los Busnis. Desde que habitamos con estos, ya no somos hermanos, y á veces el Gitano es enemigo del Gitano.

Borrow: Así pues ¿los Gitanos ya no andan errantes, sino que residen y se han fijado en las poblaciones?

Primer Gitano: En verano algunos nos reunimos y nos vamos á vivir en las llanuras ó en los montes, donde pillamos á veces alguna mula ó caballo, ó encontramos un Busni, que despojamos á toda prisa: pero esto acontece rara vez porque los Busnis desconfían de nosotros, y nos espían de cerca. También nos atacan sin aguardar á que les ofendamos; por manera que solo por defenderme cercené yo un día las narices con mis tijeras a un Busnis.

Borrow: Ha viajado V. mucho por España?

Primer Gitano: No señor, muy poco; y jamás salí de esta Provincia, sino cuando e] año pasado fui a Portugal. Dicen que en Andalucía hay muchísimos gitanos, y que son los más ricos y fieles á nuestra ley.

Borrow: ¿Qué entiende V. por ley gitana? En Inglaterra, en Hungría, en todas partes esa ley consiste en engañar siempre á los Busnis.

Al oír estas palabras, ambos soltaron la carcajada diciendo cachepe! (esto es, ahí está!)"

La buena acogida que los gitanos de Badajoz le hicieron detenerse en Badajoz mas de tres semanas. Tradujo en su dialecto algunos pasajes de la Escritura que les leía, sobre todo la parábola de Lázaro y la del Hijo pródigo. Con gran admiración escuchaban la historia del pobre que es llamado á la gloria celestial, y la del hijo culpable a quien su padre perdona, pero, como Borrow dijo:

"Su admiración procedía del placer que tenían de ver su jerigonza elevada por aquellas relaciones á la dignidad de una lengua literaria. En cuanto á fe, he aquí lo que me dijo una gitana:

«Hermano, raras cosas nos cuentas, y puede que no mientas: un mes atrás yo hubiera creído esas rábulas antes al que me hubiese dicho que yo misma vería aun extranjero escribir en rommany»
"