Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

domingo, 21 de enero de 2018

Las estatuas de Zurbarán de Aurelio Cabrera. 1ª parte: Sevilla








            En diciembre de 1928, por iniciativa del conocido poeta extremeño, Enrique Real Magdaleno, junto con un grupo de amantes de Extremadura residentes en Sevilla, comenzaron a trabajar por erigir en Sevilla un monumento al pintor extremeño Francisco de Zurbarán (1598-1664), que durante un tiempo tuvo su taller en Sevilla. Querían aprovechar el pronto comienzo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, que habría de celebrarse entre mayo de 1929 y junio de 1930.

            Enrique Real Magdaleno, nacido en Alconera y casado en Fregenal de la Sierra, por entonces era catedrático de Teneduría de libros y Contabilidad de empresas en la Escuela de Comercio de Sevilla. Fue uno de los fundadores de la Casa de Extremadura en Sevilla (1926), y entre otras iniciativas, ya había realizado una exposición de pintura regional extremeña en el Palacio de Bellas Artes de la plaza de América de la capital hispalense (1927), donde destacaron Adelardo Covarsí y Eugenio Hermoso. También organizó viajes a los lugares de los retiros sevillanos de Arias Montano o Hernán Cortés. Fue precisamente el 2 de diciembre de 1928, aniversario de la muerte del conquistador de Medellín, durante el discurso de rememoración en la casa de Castilleja de la Cuesta, donde falleció, cuando Real Magdaleno anunció públicamente que el artista extremeño Pedro Navia se había brindado a ejecutar gratuitamente una estatua de Zurbarán, para que su gloria y su figura se perpetuasen en Sevilla, solicitando el apoyo de Sevilla, Fuente de Cantos, Llerena y Madrid, lugares a los que estuvo ligado el pintor.

Poco después, Real Magdaleno sería nombrado Delegado Regional en Sevilla del Comité extremeño de la Exposición Iberoamericana de 1929, siendo él, el que propuso la exposición de libros extremeños en el Pabellón de Extremadura. 

Los trabajos de construcción del pabellón de Extremadura estaban muy adelantados en febrero de 1929. Urgía que se iniciara la suscripción pública para atender la erección de la estatua de Zurbarán ideada por Real Magdaleno, por lo que se invitó a las autoridades de la provincia de Badajoz a que encabezaran ésta. El pintor Adelardo Covarsí, en representación del comité local que interviene en el Certamen Iberoamericano, se ocupó de este asunto en la última sesión celebrada en el Gobierno civil de Badajoz.

El presidente de la Diputación Provincial de Badajoz, Sebastián García Guerrero, acepta la presidencia de honor de la misión de erigir la estatua.

El alcalde se Sevilla recibe a una comisión del Ateneo y de la colonia de Extremadura para darle cuenta del propósito de la estatua y solicitan su apoyo, prometiendo que se interesaría por el asunto con sus compañeros de la corporación.

A pesar de la incansable labor del grupo encabezado por Real Magdaleno, y de la buena acogida de la iniciativa, se encontraron los problemas habituales de que el dinero que se va consiguiendo, siempre es en cantidad inferior al que se necesita. La idea fue patrocinada en Sevilla por el Ateneo y Sociedad de Excursiones, siendo secundada por la colonia extremeña y por escritores y artistas renombrados de Sevilla.

Desde Madrid, colabora desde la prensa el cronista de Extremadura José Cascales Muñoz, historiador, escritor, periodista y sociólogo español de la Generación del 98, que había escrito su libro “Francisco de Zurbarán. Su época su vida y sus obras” (1911) y que gracias a esta iniciativa, lo reeditará en una edición de lujo (1931) aprovechando la inauguración de la estatua, donde incluirá los fotograbados de la edición inglesa de 1918.

            Dentro de la Semana de Extremadura de la Exposición sevillana, se celebró el 12 de mayo de 1930 en el Teatro de la Exposición, actual Lope de Vega, un exitoso concierto de la Masa Coral de Cáceres, que sirvió para recaudar fondos para la estatua de Zurbarán y para la Asociación Sevillana de Caridad.

            Para conseguir volver a dar un impulso a la financiación del proyecto, en julio de 1930 escribe Real Magdaleno a los periódicos de Badajoz para intentar abrir una suscripción en la provincia para poder completar los fondos necesarios. Finalmente se encarga al escultor, también extremeño, Aurelio Cabrera, el boceto de la obra.

Aurelio Cabrera Gallardo nació en Alburquerque en el año 1870, viniendo muy joven a Badajoz, en donde hizo sus primeros estudios en la Escuela Municipal de Artes y Oficios. Ya entonces se significó por sus trabajos de talla, que exhibió en la Exposición regional extremeña de 1892, motivando que el conde de la Torre del Fresno protegiera al joven escultor, que pasó a Madrid, en donde le costeó su estancia y estudios aquel generoso prócer. En la capital de España bien pronto descolló, concurriendo a las Exposiciones nacionales de Bellas Artes, que por entonces se celebraron en Madrid, obteniendo en ellas dos terceras medallas por sus estatuas “Fecial” y “San Sebastián”, y una propuesta para la cruz de Alfonso XII por su obra “Cabeza de estudio”, magnífica escultura que en bronce está en el Museo provincial de Bellas Artes de Badajoz. Tuvo renombrados triunfos en las Exposiciones nacionales de 1904 y 1906, por sus trabajos “La Ciencia” y “A una poetisa”, relieves ambos. Junto con otros escultores de renombre modeló algunas figuras para el “Monumento a las víctimas de las fuerzas coloniales”, que está emplazado en el parque Oeste de Madrid. Luciendo allí, entre otras figuras, su estatua de “Vasco Núñez de Balboa”. Alcanza un gran éxito con su “Prometeo moderno”. También realiza “La cuesta de la vida”, el proyecto de monumento a Espronceda, “El Brocense”, “La reja y la espada”, “Hernán Cortés”… 

Aurelio Cabrera obtiene por oposición en 1906 la cátedra de Talla y carpintería artística de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Toledo, en donde acabó siendo director. Perteneció a las Academias de Bellas Artes y Ciencias Históricas, y movido por su pasión por la arqueología, abandonó por algún tiempo su arte para dedicarse por completo a aquellos estudios, realizando interesantes descubrimientos. En su pueblo natal, Alburquerque, descubrió dólmenes, túmulos, restos de caseríos prehistóricos, romanos y visigodos, además de pinturas rupestres.

Adelardo Covarsí habló con Cabrera, sugiriéndole que se utilizara el mismo molde para obtener un duplicado de la que se iba a modelar para Sevilla para Badajoz. Cabrera, al conocer el deseo, accedió generosamente, renunciando a cualquier derecho remunerador sobre la obra y autorizando a que se fundiera la estatua de Zurbarán para Badajoz. El coste sería de tan sólo 5.000 pesetas. Otra de las personalidades que más eficazmente intervino fue Narciso Vázquez Lemus. El Ayuntamiento de Badajoz acordará conceder 2.000 pesetas para el monumento a Zurbarán de Badajoz, que con las 3.000 pesetas acordadas por la Diputación Provincial de Badajoz asegura ejecución.

            En noviembre de 1930 se vuelve a insistir en la prensa nacional en la difusión del proyecto de la estatua de Sevilla, que estaba ya modelada por Aurelio Cabrera, y a punto de enviarla a Madrid a la fundición del Sr. Codina. Entre los numerosos donativos recibidos hasta ese momento, figuraban 500 pesetas del Ayuntamiento de Badajoz, 150 del de Puebla del Maestre y 100 del de Zafra, 133 pesetas del Pabellón de Extremadura, 125 del Ateneo Hispalense, 100 del Centro Mercantil de Sevilla o 100 de la Unión Gremial de Sevilla. Se solicita al Ayuntamiento de Sevilla la autorización para que sea erigida la estatua en el Parque de María Luisa, frente al pabellón extremeño de la Exposición Iberoamericana.

            En diciembre de 1930 se instaló en el salón de actos de la Asociación de la Prensa de Badajoz el boceto de la estatua de Zurbarán. Con la paleta y pincel en las manos y la espada al cinto, aparece Zurbarán en actitud contemplativa como si mirara alguno de sus famosos cuadros, encontrándonos con que, a pesar de su realismo, la fluidez de líneas y contextura de la masa forman una verdadera obra de arte de gran naturalidad, libre de todo amaneramiento y de gran plenitud de estilo, resultando una verdadera obra de vanguardia que hacía recordar las más famosas del célebre escultor Auguste Rodín (en su segunda época) ya que este boceto, más que modelado, se adivinaba sacado de bloques de yeso por medio de gubias y formones.

            Las obras comienzan en enero de 1931 en el Parque de María Luisa, aunque aún no se había completado la cantidad necesaria para su financiación. La Asociación de Magisterio de Sevilla abre una suscripción en las escuelas públicas.

            No se terminaba de conseguir el dinero necesario, lo que hizo que surgieran voces para que se simplificara el proyecto de pedestal de la obra. Las peticiones de financiación se sucederán a lo largo de 1931, y en noviembre se solicita al Ayuntamiento de Sevilla que coopere en la instalación de la estatua, facilitando obreros etc…

Por fin se dispone que la inauguración sea el domingo 29 de mayo de 1932.

            Como estaba previsto, se hace entrega de la estatua al Ayuntamiento de Sevilla en el día previsto de la escultura de Zurbarán en el parque de María Luisa, en su entrada, frente al pabellón de Extremadura en la Exposición Iberoamericana.

            El señor Real Magdaleno pronuncia unas breves palabras de salutación y de agradecimiento para el autor, y para las personas de Extremadura y Sevilla que le habían ayudado. A continuación habló el señor Contreras, de la Comisión, leyendo unas cuartillas sobre la vida del Pintor. Después interviene el presidente de la Comisión gestora del monumento, el abogado sevillano Manuel Blasco Garzón, con un discurso sobre la gran corriente de amistad y de cultura que existió siempre entre Extremadura y Andalucía. El concejal sevillano Pazos, en representación del Ayuntamiento de Sevilla, expresó su gratitud por la nueva obra de arte que el pueblo de Sevilla recibía orgulloso, del admirado pintor que gran parte de Sevilla lo creía sevillano. Dedicó un elogio a Extremadura, considerándose espiritualmente un extremeño más. Los protagonistas recibieron multitud de aplausos y felicitaciones.

Con respecto a cómo se hizo la escultura, Aurelio Cabrera creía que el empleo del barro era un atraso, decide modelar la estatua directamente en yeso, formando la armadura u osamenta interior, con hierros suficientemente gruesos en las piernas, los cuales debían de soportar todo el peso de los más delgados tronco, brazos y cabeza, recubiertos de una alambrera, sobre la que fue adaptando la correspondiente escayola, hasta dejar terminado como quedó para la fundición el modelo de estatua tal y como se ve reproducido en bronce en Sevilla, Badajoz y Fuente de Cantos.

En cuanto a la forma de representar la imagen del pintor, Cabrera procuró armonizar el pasado con el presente, uniendo la forma real del personaje como se lo imaginaba con el concepto ideal que por sus méritos tenía. De su propia obra dedujo los principales rasgos que caracterizaban la representación corpórea de su imagen, sirviéndose para ello de la biografía de José Cascales Muñoz, que se acababa de reeditar.


Así es que para las facciones de su rostro se basó en las líneas y proporciones de frente, al retrato de un obispo joven, que estuvo expuesto en la Exposición de Sevilla, en la cual la crítica veía sin duda el fiel autorretrato de Zurbarán, y para su perfil, el que caracteriza en uno de los personajes que aparecen detrás de la figura del emperador Carlos V en su cuadro de la “Apoteosis de Santo Tomás de Aquino”, tenido también como autorretrato del autor.

          Para el resto de la figura, Cabrera dedujo, que por la tendencia del pintor de mostrar las figuras cortas en muchos de sus cuadros, que debió ser de mediana estatura, algo parecido al Doríforo o canon de Policleto, un hombre de contextura fuerte, aunque de tipo fino, y ágil, vivaz, aunque sereno; acometedor pero reflexivo.

Cabrera intenta impregnar la escultura de naturalidad y sencillez, dos cualidades que supone inherentes a los extremeños; acción y estabilidad en la posición del que trabaja de veras; austeridad móvil; ponderación sobria en las masas, para que el peso de la visión tranquila de la forma del pedestal a la de la estatua.

El pedestal de la estatua de Sevilla está sentado sobre un basamento rectangular, se alza luego un conjunto sencillo sobre un casquete esférico, y sobre éste un zócalo decorado con una gran corona de laurel estilizado; en el centro, dentro de otra corona de hojas de encina, una concha, y sobre ésta, la fecha de su bautismo y no la de su nacimiento, porque se desconoce.


En el frente opuesto, la de su muerte, sobre una cruz y con interrogantes porque se ignoraba también la fecha en que murió.


Y en los costados, la de su salida del pueblo en uno y la de su entrada en Sevilla en el otro.

En el frente del neto o alzado del pedestal, va un bajo relieve reproduciendo un cuadro del “Milagro de Casilda”.Según la leyenda, Santa Casilda (†c.1050) era hija de un rey musulmán de Toledo, que practicando la caridad cristiana, llevaba alimentos a los prisioneros cristianos de su padre; descubierta, los alimentos que ocultaba entre sus ropas se convirtieron en rosas. Ella fue martirizada y elevada a los altares.



En los tres restantes frentes, también en bajorrelieve, la puerta de la Macarena por Sevilla, la torre de Espantaperros por Badajoz y el escudo de Fuente de Cantos por donde nació.


Después, un friso con una cabecita de serafín representando el fervor religioso, y a derecha e izquierda, alternan flores estilizadas de pensamientos y siemprevivas, simbolizando el corazón y el cerebro.


Una sencilla moldura corona la totalidad del conjunto y sobre éste se asienta el plinto de la estatua, en cuyo frente se lee: “Zurbarán”.


Posteriormente, como ocurre en demasiadas ocasiones, a las estatuas les da por ir recorriendo diferentes puntos de las ciudades que habita, y ahora anda por la plaza de Pilatos de Sevilla.

Dejaremos para una segunda parte el continuar de la historia de su estatua hermana de Badajoz...