En la anterior microhistoria vimos el ocaso de los Almorávides tras la muerte de Ali ibn Yusuf (1107-1143), la salida de éstos el
25 de marzo de 1145 de Badajoz, como nos indicaba la lápida, y nos habíamos
quedado en 1146, con Sidray ibn Wazir convertido en el Señor de Occidente, habiendo
traicionado y roto los lazos con Ibn Qasi (iniciador de la sublevación contra
los Almorávides en el Algarbe), habiendo reconocido como emir a Ibn Hamdin (sublevado
en Córdoba), y con Ibn Qasi, tras ser derrotado por su antiguo seguidor, huyendo
a África en busca del apoyo almohade (que tenían ya entre las cuerdas a los
almorávides en África). En diciembre de 1145, Ibn Hamdin había sido derrotado
en Écija por los almorávides y se había refugiado en Badajoz.
Ibn Hamdin, después de permanecer un tiempo en
Badajoz, quiere recuperar Córdoba, trasladándose a Andújar, donde es sitiado
por los almorávides, pero Ibn Hamdin solicita y consigue el apoyo de Alfonso
VII, que levanta el cerco. El emperador cristiano conseguirá entrar en la vieja capital de los califas en marzo de
1146, consiguiendo poco después su vasallaje. Ibn Hamdin marcha a África a conseguir el apoyo de los almohades.
En mayo de 1146 desembarca procedente de África un
formidable ejército almohade acompañado de Ibn Qasi. Recordemos, que desde 1121
se estaba desarrollando en el Atlas africano el movimiento almohade inspirado
por Ibn Tumart y dirigido políticamente por su seguidor Abd al-Mu’min
(1130-1163)).
La cosa se va complicando. Vamos a pasar a tener
cuatro poderes diferentes en al-Andalus: Los reyezuelos
andalusíes, los almorávides, los cristianos y los almohades.
Ocupan los almohades Tarifa y Algeciras, asedian
Jerez, someten Niebla, llegan a Mértola, que es devuelta a Ibn Qasi. Poco
después recuperan Silves, e Ibn Wazir se somete a los almohades.
En enero de 1147 el ejército almohade sitia Sevilla
con la ayuda de Ibn Wazir, que es tomada poco después al asalto. En marzo de
1147 los almohades habían dado muerte al último emir almorávide y se hacen con
el control en Marruecos, conquistando Marrakech. Los almorávides sólo
resisten en Granada y Baleares.
Parecía que todo pintaba bien para los almohades,
pero la sublevación de Massati en África provoca una reacción en cadena en el
Magreb contra los almohades, y hace que a Abd al-Mu´min sólo le queden bajo su
control dos capitales como eran Fez y Marrakech, y las seis cábilas que
formaban el primer núcleo almohade.
Esta debilidad almohade provoca a su vez, que éstos
pierdan los apoyos conseguidos en al-Andalus con la misma facilidad que los
consiguieron, y que perdieran el control de las ciudades anteriormente sometidas
excepto Jerez. Ibn Qasi se alza en Silves, y en Badajoz se proclama
independiente Muhammad ibn Ali ibn al-Hayyam.
A esto, le sumamos que Almería es tomada por
fuerzas cristianas comandadas por Alfonso VII en octubre de 1147, mientras Alfonso
Enríquez, tras conquistar Santarem en marzo, tomaba Lisboa también en octubre (tras
asediarla con ayuda de los cruzados, que habían hecho una parada en su viaje a
Tierra Santa en lo que sería la 2ª Cruzada).
Los almohades concentran sus esfuerzos en África. Abd
al-Mu´min recluta un grandioso ejército con los más fieles almohades de la primera
hora, reforzándolo con arqueros y mercenarios cristianos, para recobrar el
control del Magreb sublevado.
Mientras Abd al-Mu´min controlaba de nuevo la
situación en el Magreb, enviaba otro ejército hacia al-Andalus que llega a
Sevilla en 1149, y los reinos de Taifas del Oeste peninsular se apresuraron a
rendir de nuevo pleitesía a los almohades. Al-Hayyam desde Badajoz envía ricos
presentes.
De esta época conservamos en el museo provincial de
Badajoz una estela funeraria de mármol blanco con el epitafio de un alfaquí
fallecido el 25 de diciembre de 1150.
La estela está rota e incompleta. El trozo mayor fue
encontrado en las excavaciones que se practicaron en la Alcazaba en 1880 para
construir el depósito de aguas. Estaba rodada, y en las inmediaciones no había
señales de sepulcro; pero no lejos fueron encontradas posteriormente las
lápidas de Almanzor y la de Sabur.
Las dimensiones de este fragmento, con forma de una
pirámide irregular (termina en agudísimo ápice), va progresivamente
ensanchándose hasta mostrarse casi completo en la base, son de 0,46 m de altura
y 0,28 m de ancho.
En el año 1995 se encontró en la Alcazaba otro
fragmento de la lápida, donde se lee que era un alfaquí o experto en derecho
islámico.
Una aproximación a la traducción podría ser:
“En el nombre
de Dios clemente y misericordioso. Todo lo terrenal es perecedero pero es
permanente la faz de tu Señor y llena de gloria y majestad.
Este es el
sepulcro del alfaquí Abu Abd Allah Mohammed, hijo de al-Baqqar; murió, blanquee
y santifique Dios su alma al resucitarla, el primer lunes de Ramadán el
engrandecido, año quinientos cuarenta y cinco.
Apiádese Dios
de quien pida su clemencia para él y para la grey de Mahoma. La paz sea sobre
ella”.
Lo más interesante de la lápida es la mezcla de los
caracteres esculpidos, pues mientras todo el cuerpo del letrero tiene los
cúficos propios de la época, las líneas primera y última, separadas de las
demás por rayas horizontales, los tienen cursivos y muy ligados. Esta mezcla de
grafías comenzó en época almohade y se consolidó en época nazarí.
En abril de 1151, el Califa almohade da audiencia a
los “rebeldes” de al-Andalus que se habían vuelto a someter y pedían el aman o
perdón. Entre ellos estaba al-Hayyam, señor de Badajoz, Sidray ibn Wazir, en
estos momentos señor de Beja y Évora, al-Bitruyi, señor de Niebla, Ibn Azzun,
señor de Jerez y Ronda, y Amil b. Munib, señor de Tavira. El único que no
acudió fue al-Qasi, señor de Silves, que prefirió aliarse con el rey de
Portugal, cosa que le costará poco después la vida a manos de sus propios
súbditos.
El rey portugués, Alfonso Enríquez, en 1154 raziaba
intensamente los dominios de Sidray ibn Wazir de Évora y Beja, pidiendo éste
ayuda al califa almohade. También Alfonso VII ocupaba fortalezas en Los
Pedroches, al Norte de Córdoba. Abd al-Mu´min nombra nuevos gobernadores en
Córdoba y Sevilla para frenar a los cristianos. Primero recuperan las
fortalezas ocupadas por Alfonso VII y después, Abi Hafs, desde Sevilla se
dirige a Badajoz con un numeroso ejército. En Badajoz se le une Ibn Hayyam con
sus soldados y se dirigen juntos contra Alfonso Enríquez.
Yusuf, hijo de Abd al-Mu´min y futuro califa, pasa
a ser el gobernador de Sevilla en 1156. En 1157 conquistan los almohades
Almería a los cristianos, a pesar de la ayuda a Alfonso VII de su vasallo Ibn Mardanis (el
famoso rey Lobo), señor de Valencia y Murcia. Alfonso VII muere este año de
regreso a Toledo, dividiéndose su imperio entre sus dos hijos, quedando León
para Fernando II (1157-1188) y Castilla para Sancho III (1157-1158).
En 1158 las milicias de Ávila y fuerzas cristianas
que habían luchado en el Levante, se internan en terrenos de Sevilla y ponen en
aprietos a Yusuf. Acuden en su auxilio muchos de los señores de Occidente, pero
los musulmanes son derrotados cerca de Sevilla, muriendo entre otros muchos,
Ibn Azzun, señor de Jerez, y al-Hayyam, señor de Badajoz.
Alfonso Enríquez rinde Alcácer do Sal en junio de
1158, abriéndose paso así camino para una futura conquista de Beja y Évora, que
se produjo al año siguiente, en 1159, aunque Beja fue abandonada poco después.
La situación de al-Andalus es muy delicada para los
almohades, pero el califa almohade Abd al-Mu´min está concentrado en la
conquista de Ifriqiya (Túnez). Ibn Mardanis, señor de Valencia y Murcia, y su
suegro Ibn Hamusk, aliados con los cristianos, van a traer de cabeza a los
almohades en estos años. En 1159 conquistan Jaén, Úbeda y Baeza, poniendo cerco
a Córdoba.
Una vez controlada Ifriqiya, el califa pasa a
Gibraltar en noviembre de 1160, lugar que establece como su centro de
operaciones. Tanto Córdoba como Sevilla estaban en dificultades y Granada
insegura.
Yusuf, gobernador de Sevilla, después de regresar
de ver a su padre en Gibraltar en enero de 1161, sitia Carmona, en poder de
seguidores de Ibn Mardanis.
Bueno, en este contexto nos encontramos para poder
intentar interpretar los sucesos que ocurren en Badajoz, que nos muestra la
lápida sepulcral de este periodo encontrada en Badajoz.
Recordemos que esta lápida es una de las dos que se
encontraron en Octubre de 1876 en las excavaciones hechas para las obras que se
ejecutaban en el cuartel de la Bomba de Badajoz, que estaba situado en el
baluarte de San Juan, hoy desaparecido. La otra lápida era la que nos indicaba
la salida de los almorávides de Badajoz en 1145, que ya la comentamos en el
ocaso de los Almorávides.
Las lápidas fueron descubiertas en
la obra para el ensanche del cuartel de la Bomba dirigida por el coronel,
comandante de Ingenieros, Juan Quiroga. Se encontraron el 23 de octubre de
1876, a tres metros de profundidad, en terreno de acarreo, en la zanja
practicada a espaldas de la cara izquierda del baluarte de San Juan, que se
estaba realizando para cimiento del muro circular de entrada a las dependencias
del citado cuartel. Bajo las piedras se encontraron huesos, ladrillos rotos y
dos candiles de barro también quebrados.
Al no encontrar más restos, se pensó que debía ser un sitio especial y
privilegiado, y no un cementerio.
La lápida rectangular de mármol tiene 52
centímetros de alto, 32 de ancho y 7 de grueso. Contiene un elegante epitafio
en diez líneas de caracteres cúficos en relieve.
Una primera aproximación de la traducción podría
ser:
“En el nombre de Dios, piadoso, misericordioso.
La salvación de Dios sobre Mahoma. Todo lo que hay sobre ella (la tierra)
pasará, pero la faz de tu Señor permanecerá llena de gloria y majestad.
Este
es el sepulcro del venerable alfaquí, Abu l-Qasim Jalaf, hijo de Hasan, hijo de
Farhun al-Bakri; ilumine Dios su pureza y santifique su alma. Murió mártir en
la parte oriental de la aljama de Badajoz, cuando le sorprendió el enemigo el
jueves primero de rabi el segundo, en el año de quinientos cincuenta y seis.”
Una de las cosas más emocionantes de esta lápida es el poder ver escrito el nombre de nuestra ciudad en ella (Batalyaws بطليوس). Una ayudita para quién pueda observarla de cerca:
El resto de información que nos ofrece esta estela, es que fallece en un hecho de armas nuestro alfaquí en la
parte oriental de la aljama o mezquita mayor de Badajoz el 30 de marzo de 1161 .
Vaya por delante, lo complicado de exponer
cronológicamente lo hechos de estos años debido a los errores e incongruencias
de las fuentes, que en muchos casos se contradicen.
Ibn Sahib al-Sala (al-Mann), Ibn Jaldun (Historia
de los bereberes), Ibn Idari al-Marrakusi (al-Bayan) sólo citan un encuentro bélico por esta época junto al
castillo de Balqun, en las cercanías de Jaén, en la que las fuerzas del Califa
rechazaron a una columna cristiana seguramente perteneciente a las fuerzas de
Ibn Mardanis.
Ibn Abi Zar (Rawd
al-quirtas) dice que una expedición se dirigió contra el Oeste del al-Andalus,
y en el curso de ella los almohades tomaron la fortaleza de Atrankish,
derrotando al ejército que acudió en su ayuda y tomaron Badajoz, Beja, Évora y
el castillo del Alcácer do Sal, mientras que la crónica anónima “al-Hulal al-Mawsiyya” dice que
durante la estancia del califa en Gibraltar (diciembre de 1160 - enero de 1161), envió a 18.000 caballos contra el enemigo a la zona de Badajoz.
Huici Miranda (1956) y Terrón Albarrán (1991) no
dan crédito a las crónicas de Ibn Abi Zar y la de al-Hulal sobre esta expedición hacia Badajoz. En mi opinión, es
posible que estén mezclando en estas crónicas la expedición de 1154 del
gobernador de Sevilla Abi Hafs, que recordemos primero se dirige a Badajoz,
donde se le une Ibn al-Hayyam, y se dirigen juntos contra Alfonso Enríquez, que
estaba raziando los territorios de Sidray ibn Wazir de Beja y Évora.
Pérez Álvarez (1992) y Martínez Núñez (2013)
expresan que esta lápida refuerza el relato de Ibn Abi Zar (Rawd al-quirtas).
Para Saavedra (1877) el golpe de mano lo dieron muy
probablemente “los salamanquinos, quienes
según expresa la Crónica de Alfonso VII, no cesaron en sus continuas algaradas
en tierra de Badajoz desde los primeros años del reinado de este emperador;
duramente escarmentados al principio, cuando marchaban sin guía ni disciplina
militar, y victoriosos cuando se resignaron a aceptar un jefe experimentado que
los condujera con acierto”.
Para Amador de los Ríos (1883) los enemigos que
citan en la lápida, son los cristianos de Portugal, que acaudillaba el famoso
Alfonso Enríquez.
Martínez y Martínez (1905) siguiendo a Ibn Jaldun,
confunde la fecha de la muerte cerca de Sevilla y el nombre de al-Hayyam (lo
confunde con Ibn Hamdin), que la pone en 1161 (cuando fue en 1159), dando la
posibilidad de que ese mismo ejército enemigo fuera el que atacara Badajoz.
También da la tesis de Saavedra de que fuesen Salmantinos, y finalmente dice que
la muerte fue a causa de cristianos fronterizos, sin mojarse entre portugueses
y leoneses.
Revilla Vielva (1924), basándose en Saavedra y
Amador de los Ríos, escribe que el enemigo son los cristianos sin especificar
cuales, que faltando al tratado de paz que hubiera entre unos y otros, lo
traicionan.
Terrón Albarrán (1991) es partidario de que los
portugueses dieron un golpe de mano a Badajoz.
Vamos a recapitular un poco, y ver quién pudo ser
el enemigo que causó la muerte de nuestro alfaquí el 30 de marzo de 1161.
Al estar más concentrados los almohades de Abd
al-Mu'min (1130–1163) en el Norte de África, Al-Ándalus va a ir siendo
fagocitada por los portugueses de Alfonso Enríquez (1109-1185), los leoneses de
Fernando II (1157-1188), los castellanos de Alfonso VIII (1158-1214) aliados
con el murciano Ibn Mardanis (1124-1174). Será en el califato Abu Yaqub Yusuf
(1163-1184), a partir de 1170, cuando realmente conseguirán los almohades controlar
al-Andalus.
En el Oeste, Alfonso Enríquez desde la conquista Santarem
y de Lisboa de 1147 consigue establecer como frontera el valle del Tajo, al
igual que lo había hecho Alfonso VII en 1142 con la conquista de Coria.
Fernando II de León no tiene intención de
expandirse hacia el Sur de momento, tan sólo se asegurará su posible expansión
futura, y hasta 1161 no repuebla Ciudad Rodrigo, mientras que Alfonso Enríquez
enseguida tiene intención de pasar al Alentejo (más allá (além) del Tajo (Tejo)).
En 1158 Alfonso Enríquez había conquistado Alcácer
do Sal, después de haberlo intentado otras tres veces (1148, 1151 y 1157). En
1159 conquista Évora y Beja, aunque esta última es abandonada al año siguiente
por no tener fuerzas suficientes para poder defenderla.
En el año 1161, según historiadores portugueses,
Alfonso Enríquez pierde Palmela (cerca de Setúbal) y Évora, a causa de una
ofensiva musulmana, por lo que es probable que volviera a ser el Tajo la
frontera virtual. En 1162 caballeros de la guarnición de Santarem, al mando de Fernando
Gonçalves, volverán a saltar el Tajo y reconquistarán Évora.
Esta contraofensiva musulmana de 1161, donde
recuperan las localidades al Sur del Tajo, encajaría con la crónica de Ibn Abi
Zar (Rawd al-quirtas), que recordamos
dice que una expedición militar se dirigió contra el Oeste del al-Andalus, y en
el curso de ella los almohades tomaron la fortaleza de Atrankish (no está identificada
con seguridad), derrotando al ejército que acudió en su ayuda, y tomaron
Badajoz, Beja, Évora y el castillo del Alcácer do Sal, y la crónica anónima “al-Hulal al-Mawsiyya” dice que durante
la estancia del califa en Gibraltar (diciembre de 1160 - enero de 1161), el
califa envió a 18.000 caballos contra el enemigo a la zona de Badajoz.
Las fuerzas de Ibn Mardanis podrían ser otro de los
candidatos, pero no creo que atacaran Badajoz cuando estaban siendo sitiados en
Carmona, cerca de Sevilla.
Bueno, de momento lo dejaremos aquí, sin tenerlo
totalmente claro. Ya seguiremos la historia algún día, donde recordaremos las
peripecias de Geraldo sem Pavore, y el intento de la ocupación portuguesa de
Badajoz de 1169…
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