Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

sábado, 28 de abril de 2007

La ciudad de Badajoz en los Interrogatorios de la Real Audiencia de Extremadura, 1791

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La sede de la Real Audiencia de Extremadura se creó, en el antiguo Hospital de la Piedad de Cáceres, construido en el siglo XVII, se inauguró con el discurso del ribereño Juan Meléndez Valdés del 27 de abril de 1791, después de haberse realizado las visitas de los partidos de la provincia encomendadas a los nuevos ministros para realizar un informe de los pueblos que pasaban a formar parte de su jurisdicción. Aunque la idea fue de Carlos III, que dio el visto bueno en 1776, fue el rey Carlos IV, quien crea la Real Audiencia de Extremadura por una Pragmática del 30 de mayo de 1790.

Pocos meses después de su constitución, antes de que empezase a actuar, el 24 de enero de 1791, en cumplimiento de Real Orden del Supremo Consejo de Castilla, el regente dispuso que cada uno de los 8 ministros realizaran una visita a cada uno de los partidos que formaban la entonces llamada provincia de Extremadura. A tal fin se elaboró un interrogatorio de 57 preguntas, que habrían de contestar los justicias, párrocos, Ayuntamientos y personas particulares de los distintos pueblos de cada uno de los 8 partidos que componían Extremadura. La encuesta tenía como objetivo conocer mejor el territorio sobre el que se habrían de aplicar las reformas económicas, sociales y administrativas, haciendo más patente la autoridad real y el progreso tal como lo entendían los ilustrados, promoviendo el desarrollo agrícola, favoreciendo las comunicaciones, aumentando la población y en último término arrancando a la provincia del atraso y la tradición en que se encontraba, con particular interés por los problemas de la educación pública, preocupación constante de los ilustrados

La Real Audiencia de Extremadura, vino a sumarse a las ya existentes de Valladolid y Granada, separadas por el Tajo. El ámbito de su competencia se extendía, de este a oeste, de la línea del reino de Toledo hasta Portugal y, de norte a sur, por el puerto y sierra de Baños a los límites de Sierra Morena. La plantilla la formaban el regente y 8 oidores o ministros y 1 fiscal, amén de 4 relatores, 6 receptores, 4 escribanos, 6 procuradores, 4 alguaciles y 3 porteros.

Con la creación de la de Extremadura se trataba de evitar las molestias y perjuicios que ocasionaba a los vecinos tener que acudir en segunda instancia a Valladolid o Granada, según la localización de la población, al norte o al sur del Tajo.

Se crea una estructura administrativa central en la que el rey delega. A la cabeza de esa nueva administración central se encuentran los Secretarios de Despacho (que vendrán a derivar en los actuales ministros) que, ya bien entrado el XVIII, se reunirían en Junta Suprema (que luego dará lugar al Consejo de Ministros). Se inició la división administrativa provincial. Cada provincia, a su vez, estaba subdividida en partidos (corregimientos). La representación regia, política y militar en las nuevas provincias la ostentaban las capitanías generales que, en el caso extremeño, tenía su sede en Badajoz. Sin embargo, el verdadero brazo ejecutor de la administración eran los intendentes, quedando relegados los corregidores, que tanto poder acumularan en el pasado, como agentes de la autoridad judicial. Las autoridades locales se vieron controladas y fiscalizadas en cada municipio por representantes de la corona elegidos entre los propios ciudadanos: los síndicos personeros, los diputados del común y, por último, los alcaldes de barrio.

Voy a hacer un resumen o extracto de lo que me ha parecido más interesante de mi lectura, dentro de las Respuestas referentes a Badajoz, del Interrogatorio formado por orden del Consejo para el gobierno del Regente y ministros de la Real Audiencia de Extremadura que se realizó el 28 de febrero de 1791 en nuestra ciudad.

"Badajoz, plaza de Armas, residencia del obispo, capitán general y gobernador militar. Pueblo realengo que nombra un alcalde entre los hijosdalgo.

El número de vecinos es de 3.230, siendo las diversiones más comunes entre los naturales la pesca y la caza, y los menestrales, oficiales y jornaleros del campo, suelen inclinarse al vino, en lo que se advierte alguna desidia en el modo y horas de trabajo.

En la Plaza Alta están las casas consistoriales en estado ruinoso, pero en agradable situación, celebrándose los Ayuntamientos en el Campo de San Juan, que tiene comprada la ciudad con otros para la construcción del nuevo ayuntamiento.

La cárcel real, es un edificio antiguo e incómodo abarrotado de reos.

El estado de las calles en el interior de la ciudad es regular y lo mismo su limpieza, siendo medianamente anchas y algo pendientes.

El número de posadas es de seis, mal asistidas y poco aseadas, siendo el estado de los caminos reales y de travesía regularmente reparados no admitiéndose en ellos sitio o paraje peligroso.

No se celebran ferias ni mercados, aun teniendo el privilegio para ejecutar una el día 20 de abril, dejándose de hacer hace 20 años. Existe un gremio de mercaderes de seda, paños y quinquilleros. Hay dos fábricas de sombreros superiores utilizando géneros del país como pelo de conejo y lana importando el resto. También existen diferentes fábricas de suela de corregel, cordobanes y badanas.

Hay una sola parroquia, de la que es único cura propio el Ilmo. señor obispo, quien nombra cuatro vicarios ad mutum que sirven en su nombre la cura de almas. La ciudad está dividida en cuatro trozos o distritos y cada vicario sirve uno con total independencia del otro, correspondiéndoles las iglesias del Sagrario, San Andrés, la Concepción y Santa María la Real. No hay cementerios.
Hay en la ciudad dos hospitales, el de Nuestra Señora de la Concepción y el de San Sebastián (fundado el 16 de febrero de 1635).

El número de cofradías fundadas es de 16:
Nuestra Señora de la Consolación (en la ermita del castillo)
Nuestra Señora de la Cabeza (en el convento de Santa Lucía Mártir)
Santa y Vera Cruz (en San Andrés)
El Señor Coronado de Espinas (la del Rosario, en el castillo)
Dulce Nombre de María (en el convento de la Trinidad)
San Lorenzo (en la iglesia parroquial de la Concepción)
Jesús de la Humildad (en el convento de la Madre de Dios de Valverde)
Santísimo Sacramento (en el Sagrario de la Santa Catedral)
Santa Angel de la Guarda
Muestra Señora de la Aurora (con la advocación de Barbaneda)
Mártir Santa Barbara
San Nicolas de Tolentino
Animas Benditas del Purgatorio
Nuestra Señora del Ben
Virgen de la Salud
Dulce Nombre de Jesús (en el convento de Santo Domingo)

En extramuros de la ciudad está la ermita denominada de San Roque.
Por ser esta ciudad plaza de armas murada, al ponerse el sol, ya está recogido el vecindario.
Existe otra ermita a dos leguas de distancia llamada Nuestra Señora de Bótoa. Se celebra en ella funciones el tercer día de Pascua de Resurrección. con gran concurrencia de personas.
La última de las tres ermitas existentes en las afueras de la ciudad, a una legua de distancia, está la de Nuestra Señora del Rosario, con la advocación de Helena, cuya fiesta se celebra en la primera dominica del mes de octubre.

Hay 12 conventos, cuatro de religiosos y ocho de religiosa:
Nuestro Padre San Francisco (fundado en 1300)
San Francisco de la Provincia de San Gabriel de Extremadura
Santo Domingo
San Agustín
Carmelitas Descalzas
Nuestra Señora de las Mercedes
Orden Monacal de Nuestro Padre San Jerónimo
Santa Catalina (fundado en 1515)
Santa Ana
Nuestra Señora de los Remedios de la Sagrada Orden de la Santísima Trinidad
Madre de Dios
Santa Lucía Mártir

Hay en esta ciudad un seminario conciliar, dedicado a San Atón obispo de Pistoya, fundado en 1664.

Hay escuela de primeras letras para niños situada en el colegio que fue de los ex jesuitas.

La guarnición de la plaza está compuesta por una compañía del Real Cuerpo de Artillería. El Batallón de Voluntarios de Aragón. El Segundo Regimiento de infantería ligera de Cataluña y el de infantería de Extremadura. El escuadrón de voluntarios a caballo de España, una compañía de inválidos, y el cuerpo de Milicias Urbanas antiguas de la dotación de ella, y la bandera del regimiento de infantería de Zamora.

La Real Casa de Providencia Hospicio se halla establecida desde 1757, para recoger, lactar. educar y acomodar a los niños expósitos, huérfanos desamparados y para la reclusión de mujeres prostitutas y pobres mendigos. Existe casa-cuna con su torno, cuyo establecimiento data de muy antiguo t en él se deposita a los expósitos.

El arbolado consiste en higueras, granados, ciruelos de todas clases, labarillos, peras, cermeñas, damascos, melocotones, nogales, manzanos y azofaijos todo de la mejor calidad.

En el conocido río Guadiana, que baña la ciudad, se crían barbos, picones, sabaletas, anguilas, carpas, bogas, bordallos, pardillas "colmillos" o "muerde manos" y galápagos, todo con gran abundancia y buena calidad.
Su pesca es pública, reservándose solamente para la caña, la playa o tabla que dicho río forma enfrente de la plaza, de Norte a Poniente, criándose en sus quebradas y charcas, tencas y carpas.

Los puentes están situados uno sobre el Guadiana, por el que se sale de la ciudad; otros dos, sobre el río Rivillas, dos en el Calamón, y uno en el llamado Évora.

El fruto del arbolado de los montes, consistente en encina y alcornoque, se aprovecha por el ganado de cerda, pastando las hierbas el ganado lanar, vacuno, cabrío y yeguar.
De dichos montes se extrae la leña para hacer carbón y madera para la fabricación de útiles de labranza, norias, carpintería de obra gruesa, aplicándose también dicha madera, para las obras del Real Arsenal de la ciudad, de la que por se plaza de armas cerrada, no se pueden entrar y salir por sus puertas ningún vecino sin orden de la justicia.

Por carecer la ciudad de semilleros y plantíos, se han hecho dos a principios de año, situados en intramuros y extramuros de la Puerta de Palma

La caza es de variada especie, guardándose la veda. Anualmente se celebran en la ciudad dos cacerías entre el vecindario para el exterminio de lobos y zorras, premiándose la cabeza o pieza cobrada. "

domingo, 22 de abril de 2007

Badajoz en la guía para España y Portugal de Henry O’Shea. 1860

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Henry George O’Shea, autor del abultado volumen "A guide to Spain and Portugal" publicado por primera vez en 1865 y del cual sacaron posteriormente numerosas ediciones, escribió una auténtica guía de viajes. A Extremadura tuvo que venir en 1860.

Como otros viajeros, debido fundamentalmente a la dificultad de las comunicaciones, describe a nuestra región como apartada, aburrida y sin interés, con ilimitadas e inexploradas llanuras, con pueblos como "días felices, pocos y alejados entre sí", recomendando su visita sólo a turistas "especiales" que les guste la soledad y el silencio, con gusto por la historia natural inexplorada, eligiendo la primavera y el otoño para su visita.

Nos habla que en Badajoz existen dos posadas para hospedarse: Las Tres Naciones y el Panseco, y que cuenta con una población en 1860 de 22.895 habitantes, y esto es lo que nos cuenta de la capital de la provincia del mismo nombre y capitanía general de Extremadura, en el margen izquierda del Guadiana, al que se une aquí el Rivillas:

"La ciudad se alza pintorescamente en las laderas de una colina coronadas por las ruinas de un viejo castillo. Aunque es la ciudad más grande de Extremadura y sede episcopal, es aburrida y sin apenas referencias históricas. El campo de San Juan es una gran plaza donde se encuentra la catedral, el ayuntamiento, el teatro y las tiendas principales; en el centro está el umbroso salón, el paseo más de moda. No destacan las iglesias. La catedral, como sucede con una iglesia situada en una frontera peligrosa, participa del estilo de la fortaleza y es a prueba de bomba. El interior consiste en tres naves, con un altar mayor inexpresivo y una magnífica tumba del obispo Marín de Rodezno. La sillería está bien tallada. Hay algunos buenos cuadros: una Magdalena de Cerezo en la capilla de Santa Ana. Varios cuadros de Morales, un artista de Badajoz llamado por algunos el Parmegiano de España. Los claustros están bastante bien. En la iglesia de la Concepción hay dos Morales desgraciadamente retocados. El puente que atraviesa el río es una magnífica obra de Herrera.

Badajoz es conocida por los lectores de historia de la guerra de la Independencia. Fue cercada por Soult en febrero de 1811 y aunque la plaza estaba bien fortificada y tenía una poderosa guarnición bajo las órdenes del general Menacho, y además estaba protegida por una fuerza auxiliar instalada en el campamento fortificado de Santa Engracia, al final se rindió a los franceses. Este triunfo fue principalmente el resultado de la muerte del gobernador, del ataque previo con éxito y de la toma del campamento. Pero tan pronto como las fortificaciones fueron reparadas, el mariscal Beresford, que mandaba el ejército anglo-portugués, apareció de repente y sitió la ciudad. El mariscal Soult, que aquel momento se encontraba en Cádiz, se apresuró a volver a la cabeza de 17.000 hombres. El ejército aliado se enfrentó a ellos en la Albuera, luchó valerosamente, aunque habría perdido debido a la debilitada posición que ocupaba el general Beresford, quién ordenó incluso la retirada pero le salvó el conde Harding y el 57. Las pérdidas francesas ascendieron a entre 8.000 y 9.000 hombres y la de los aliados a 5.323. El duque de Wellington, después de la captura de Ciudad Rodrigo, no perdió tiempo para atacar Badajoz en marzo de 1812. El lugar estaba defendido por Philippon y 5.000 franceses. Las trincheras se abrieron el mismísimo día de la llegada del duque ya que no se debería perder tiempo pues Soult estaba de camino desde Sevilla y Marmont desde Castilla. El 8 de abril se llevó a cabo el asalto por el sudeste de la ciudad. La resistencia fue tremenda. Las tropas de Colville Burnard fueron acribilladas, la división de Walker (la 5ª) entró en el bastión de San Vicente por el oeste de la ciudad y Picton se hizo con el castillo en el nordeste ganando así la batalla. La ciudad fue saqueada y el duque y sus oficiales fueron incapaces de impedir los excesos más deplorables."

Emprendido por el mariscal Soult el sitio de Badajoz, socorrió el general Mendizábal la plaza, y se estableció con el resto de sus tropas, unos 8.000 infantes y 1.200 caballos, en el campo de Santa Engracia, en la margen opuesta del Guadiana, cerca de la confluencia del Gévora con dicho río, apoyando su ala derecha en el fuerte de San Cristóbal y la izquierda en las alturas de Santa Engracia, con lo cual aseguraba su comunicación con Yelves y Campomayor. El general español, en vez de atrincherarse y fortificarse en sus posiciones, como le había aconsejado Wellington, permaneció inactivo, confiando en la crecida de ambos ríos, sin cuidarse tan siquiera de inutilizar o defender los vados; así es que, en cuanto menguaron las aguas, pasaron a la margen derecha del Guadiana, sin contratiempo alguno, 6.000 infantes enemigos y 3.000 caballos, vadearon también sin dificultad el Gévora, por la derecha la caballería, al mando de Latour-Maubourg, para envolver la izquierda española, y por la izquierda la infantería al mando de Girard, que logró interponerse hábilmente entre el fuerte de San Cristóbal y el ala derecha de Mendizábal.
Apenas iniciada la briosa acometida que ordenó el mariscal Mortier, entró la confusión en nuestras filas; la caballería siguiendo el deplorable ejemplo iniciado por la portuguesa, mal apoyada por la infantería de Mendizábal, se declaró en huída a pesar de los laudables esfuerzos de su general D. Francisco Gómez de Butrón, quien para contenerla se puso a la cabeza de los regimientos de Sagunto y Lusitania. Mendizábal, abandonado por la caballería, se vio pronto envuelto, y aunque formó dos grandes cuadros, sosteniéndose algún tiempo en la altura de la Atalaya, fueron al fin rotos y entrados por todas partes, huyendo los dispersos en todas direcciones. Tan solo una hora duró la pelea, tan ignominiosamente perdida; quedaron en el campo más de 800 muertos y heridos, y en poder del enemigo el general Virues con otros 4.000 prisioneros, y además 17 cañones, 20 carros de municiones, cinco banderas, y gran número de fusiles, sin que los franceses perdiesen arriba de 400 hombres. El sargento primero del regimiento de León, D. Miguel Villar evitó que los franceses se apoderasen de su bandera coronela al caer herido su abanderado. El regimiento del Rey pereció casi todo en tan aciaga jornada; del regimiento de Toledo se salvó también muy corto número de individuos. El teniente de artillería D. José Ponte murió en Yelves a consecuencia de las heridas recibidas. El regimiento de León perdió a su sargento mayor D. Baltasar Cano y gran número de muertos, heridos y prisioneros. El Brigadier D. José de Gabriel perdió gloriosamente la vida sobre el campo de batalla. El general Mendizábal, para rehabilitarse en la opinión, se enganchó como simple soldado voluntario, peleando como tal en la batalla de Albuera tres meses después.

A esto hay que sumar la muerte de Menacho, que llevó a la tan criticada entrega de la ciudad por parte de Imaz, que dejaremos para otra ocasión, para no cansar al personal.

O'Shea termina su exposición sobre Badajoz:

"Se llega a la frontera portuguesa poco después de dejar Badajoz. Se atraviesa el río Caya que separa aquí España de Portugal cerca de la cual, en 1382, el rey Fernando I de Portugal, a la cabeza de un ejército de 16.000 soldados, incluyendo 1.200 soldados ingleses a las órdenes del conde de Cambridge, se juntaron con las tropas castellanas mandadas por Don Juan y fueron testigos de un torneo en el que Miles Windsor fue armado caballero por "la souldich de la Trane"

Durante la guerra de los cien años, Inglaterra y Portugal eran aliados. Al ser proclamado rey de Castilla Juan I, estalló la guerra con Portugal por las pretensiones portuguesas a la corona. En 1382 se concentró en Elvas un fuerte ejército, reforzado por tropas inglesas bajo el mando del hijo del rey de Inglaterra, para la toma de Badajoz. Frente a ellos, en Badajoz se puso personalmente al mando el propio rey Juan I. Ante ello los portugueses no se decidieron a lanzar un ataque definitivo, llegando a un acuerdo, cosa que no debió gustar mucho al conde inglés.

Entre las fuerzas del rey de Castilla, había un joven caballero francés, llamado Tristan de Roye, que después de haber llegado hasta allí, no quería irse sin batirse y demostrar su valor, así que, como no había habido batalla, retó a los ingleses a un combate de caballeros y dirimir quién era el mejor con la lanza de torneo frente a las murallas de Badajoz.

Recogieron el guante los ingleses, eligiendo a un joven llamado Miles Windsor, el cual, dijo al enviado de Tristan de Roye: " amigo, vuelve a tu señor y dile que mañana será derrotado por Miles Windsor, delante de la ciudad de Badajoz, de acuerdo con su petición"

Por la mañana Miles dejó el ejército del conde de Cambridge acompañado por amigos, reuniéndose más de 100 caballeros en el punto acordado con Tristan, al que acompañaban franceses y bretones, habiéndose acondicionado el lugar para el torneo.

Preparados estaban, los dos caballeros con sus lanzas de justas, espolearon a sus caballos y comenzó el torneo, hasta tres lanzas hicieron añicos en su enfrentamiento, pero ninguno caía. El combate era elogiado por todos los caballeros allí presentes, y el combate se dio por finalizado, volviendo cada uno con honores a su ejército.

La paz había sido restaurada y para asegurarse, la forma en que se arreglaban los asuntos las monarquías era con una boda. Habiendo enviudado Juan I, se concertó su boda con la infanta Doña Beatriz, hija del monarca portugués Fernando I, celebrándose dicha boda en Badajoz el 1 de mayo de 1383.

sábado, 14 de abril de 2007

Mariano José de Larra. Impresiones de un viaje. Badajoz 1835

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Por esta época andaba Larra por Badajoz, en la primavera de aquel año, donde escribió su artículo "Impresiones de un viaje. Última ojeada sobre Extremadura. Despedida a la patria", que más tarde fue publicado en la Revista Mensajero, núm. 141 del 19 de julio de 1835.

El escritor y periodista madrileño cuya familia materna era de Villanueva de la Serena, aceptó el encargo de su padre de ir a Bélgica a cobrar una deuda, pero eligió ir en barco vía Lisboa y aprovechar así para poder ver a su amada en Badajoz, recluida aquí después de saber su marido de su relación con él. Parece que alejándose varios meses, pretendía poner fin a una etapa de su vida y respirar nuevos aires que lo distrajeran de las penumbras que le ensombrecían en Madrid desde el verano anterior. Tormentoso verano aquel de 1834, donde se descubrió su relación adultera con Dolores Armijo, el amor de su vida, dejándole su mujer embarazada en Madrid, donde residía y llegaba la epidemia de cólera, de la cual los movimientos anticlericales hicieron responsable a los religiosos del envenenamiento de las fuentes, trayendo consigo estos rumores el degollamiento de numerosos clérigos. Tiempos convulsos, donde Larra fue uno de los mayores espíritus críticos de la época publicando numerosos artículos, primero bajo el pseudónimo de el Duende y más tarde después de la muerte de Fernando VII como Fígaro, pero este incansable inconformista no superó la definitiva ruptura con Dolores, suicidándose con una pistola en su domicilio en 1837, a los veintiocho años.

Su melancolía se reflejaba en sus escritos:

"Por fin debía dejar la España, pero bien como el que se separa de una querida a quien ha debido por mucho tiempo su felicidad, no podía menos de volver frecuentemente la cabeza para dar una última ojeada a esta patria donde había empezado a vivir, porque en ella había empezado a sentir"

En su viaje aprovecha para visitar los ya famosos baños de Alange. Describe al hombre del pueblo, en Extremadura como indolente, perezoso, hijo de su clima, y en extremo sobrio, pero franco y veraz, a la par que obsequioso y desinteresado. Se ocupa poco de intereses políticos, y encerrado en su vida oscura, no se presta a las turbulencias.

De la carrera de Madrid a Badajoz, principal camino de Extremadura, nos escribe:

"es una de las más descuidadas e inseguras de España. En primer lugar no hay carruajes; una endeble empresa sostiene la comunicación por medio de galeras mensajerías aceleradas, que andan sesenta leguas en cinco días; es decir, que para llegar más pronto el mejor medio es apearse… "

"… suele haber ladrones, y entre otras curiosidades que se van viendo por el camino, […] los forajidos confiesan a los pasajeros, donde los pecados son el dinero y la vida, y donde un puñal hace a la vez de absolución y de penitencia. Niéguese a nuestro pueblo la imaginación. Otros países producen poetas. En España el pueblo es poeta. "

y esto es lo que nos cuenta sobre Badajoz:

"Sobre la orilla izquierda del Guadiana, al Oeste y a una legua de la frontera de Portugal, se encuentra a Badajoz, antigua capital de la Extremadura y residencia de sus reyezuelos moros. Esta plaza fuerte, cuyas fortificaciones ofrecen una rara mezcla de diversos sistemas de fortificación, ofrece al forastero en su mayor eminencia restos venerables de sus dominadores árabes: murallas, calles, casas y hasta torres enteras, revelan otros tiempos y otras costumbres al viajero. A la parte del río se ve el palacio llamado de Godoy. "

El palacio, aún hoy llamado, de Godoy fue el antiguo Palacio de los Calderón, remodelado casi por completo en 1795, que fue donado por la ciudad al "Príncipe de la Paz" Manuel de Godoy tras su visita a Badajoz en 1801, con motivo de las celebraciones y festejos realizados tras la su victoria sobre los portugueses en la Guerra de las Naranjas y reincorporación de Olivenza a España, aunque prácticamente no llegara a utilizar esta antigua casa solariega. A finales del siglo XIX acogió la cárcel de la ciudad que anteriormente se encontraba en un edificio adosado a la muralla al lado de la Puerta del Capitel.

"Por lo demás, Badajoz nada ofrece de curioso; ni una iglesia digna de ser vista, ni un cuadro en ellas de mediano pincel, ni una mala biblioteca, ni un colegio, ni un teatro, ni un paseo. No se puede llamar paseo a los árboles nacientes del campo de San Francisco, debidos al celo del general Anleo, ni al campo de San Juan, pequeña plazuela en medio de la ciudad, adornada de algunos árboles y bancos; ni teatro una especie de sala donde algunos aficionados, o tal cual compañía ambulante, dan de cuando en cuando sus originales representaciones. La alameda de Palmas está abandonada por malsana desde el cólera. El billar, el ejercicio de los urbanos en el campo de San Roque, la retreta y dos o tres cafés son las distracciones de la población. Hay una fonda llamada, si mal no me acuerdo, de Las cuatro naciones. Menos naciones y mejor servicio, puede uno decir al salir de ella.

La amabilidad, sin embargo, y el trato fino de las personas y familias principales de Badajoz, compensan con usura las desventajas del pueblo, y si bien carece de atractivos para detener mucho tiempo en su seno al viajero, al mismo tiempo le es difícil a éste separarse de él sin un profundo sentimiento de gratitud por poco que haya conocido personas de Badajoz y que haya tenido ocasión de recibir sus obsequios y de ser objeto de sus atenciones.

La costumbre que en todos los pueblos se conserva de blanquear casi diariamente las fachadas de las casas, les da un aspecto de novedad y de limpieza singulares: no hay edificio que parezca viejo; en una palabra, en Extremadura la casa es ser animado que se lava la cara todos los días.


Para pasar a Portugal se sale de Badajoz por la puerta de Palmas, y se pasa el Guadiana sobre un magnífico puente. No llamándome la atención nada en Extremadura, me decidí por fin a partir.

Era el 27 de mayo; el sol empezaba a dorar la campiña y las altas fortificaciones de Badajoz; al salir saludé el pabellón español, que en celebridad del día ondeaba en la torre de Palmas. Media hora después volví la cabeza: el pabellón ondeaba todavía; el Caya, arroyo que divide la España del Portugal, corría mansamente a mis pies; tendí por la última vez la vista sobre la Extremadura española: mil recuerdos personales me asaltaron; una sonrisa de indignación y de desprecio quiso desplegar mis labios, pero sentí oprimirse mi corazón y una lágrima se asomó a mis ojos.Uno minuto después la patria quedaba atrás, y arrebatado con la velocidad del viento, como si hubiera temido que un resto de antiguo afecto mal pagado le detuviera o le hiciera vacilar en su determinación, expatriado corría los campos de Portugal. Entonces el escritor de costumbres no observaba: el hombre era sólo el que sentía."

domingo, 8 de abril de 2007

Crónica de Manuel Henao. Badajoz 1870

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Vamos a ver, esta vez, lo que nos cuenta el jurista y escritor llerenense Manuel Henao Muñoz, fundador de numerosos periódicos y director de algunos de ellos, que escribió la "Crónica de la Provincia de Badajoz", tomo incluido dentro de la "Crónica General de España o sea historia ilustrada y descriptiva de sus provincias, sus poblaciones más importantes…" publicada en 1870 por los editores Rubio, Grilo y Vitturi.

En este tomo de 64 páginas a dos columnas, nos describe la provincia de Badajoz, origen del nombre de Extremadura, su historia, relación biográfica de los hombres célebres de Extremadura…, pero nos vamos a centrar en su capítulo IV donde nos hace una descripción de la ciudad de Badajoz de su época:

"Esta población que en la antigüedad fue una pequeña aldea situada junto a Evandriana, se levanta hoy a la izquierda del río y al pie de un cerro de 142 pies de altura, sobre el cual aparecen los restos de un castillo, que indica el carácter dominante de la época en que se construyó la ciudad. Grande, rica y noble, se ofrece a la vista del hombre con un cerco de soberbias murallas y baluartes, protegida por un antiguo foso y fortificaciones anteriores, que lo constituyen como una de las primeras plazas militares de la frontera española."

Evandriana, mansión citada en el itinerario de Antonio, y que aún hoy no se ponen de acuerdo en su localización.

"Se cuentan de 2.400 a 2.500 casas, de buena construcción, algunas de ellas elegantes, con bonitos balcones y rejas bajas, al nivel de la calle, que le dan un agradable aspecto, ventilación a las habitaciones y comodidad a sus habitantes.

Las calles de la parte baja son llanas, anchas y limpias. Tiene algunas plazas, entre las cuales descuella la de la Constitución, conocida por el Campo de San Juan, en razón de que en ella está la Catedral, cuya advocación es la de este santo.

Hay en Badajoz establecida una aduana que debía tener gran importancia por hallarse en una plaza fronteriza con Portugal, y cuyos rendimientos, aunque dignos de tenerse en cuenta, no son ni con mucho lo que debieran ser. En el año económico de 1864 a 1865 produjo 250.243 rs., a pesar de que los gobiernos no han sabido seguir con nuestra nación vecina la política de amistad íntima que aconseja la conveniencia de ambas naciones peninsulares.

Cuenta la ciudad de Badajoz con bastantes cafés, fonda, teatro muy decente y capaz, y con una casa consistorial, edificada en el año primero del siglo presente, si bien la obra no es del mejor gusto ni de bastante solidez."

El teatro que nombra, es el que había en la Plaza de San Juan, fundado en 1804 por el Corregidor Witte, el Teatro López de Ayala que sustituiría a éste no se concluyó hasta 1881.

Se refiere a las Casas Consistoriales que también construyó el Corregidor Witte y Pau en el lugar actual de nuestro Ayuntamiento, que tuvo que ser rehecho casi por completo debido a su mal estado. En 1889 se levantó la tercera planta, colocándose el templete metálico actual.

"En la parte del N. las calles son algo inclinadas, aunque se ha procurado hacerlas de fácil tránsito, teniendo para sus habitantes una plaza mercado que llaman plaza Alta, de forma cuadrada, llana y espaciosa. Muy cerca de ella está la plazuela de San José, donde se halla situada la cárcel, de buena fachada, pero sin las condiciones higiénicas suficientes para el uso que se destina. Mas arriba de la cárcel se conservan los restos de un castillo, habilitado para presos, y la torre y la sacristía de la Iglesia de Santa María destinadas al mismo fin. Además existe en esta parte de la población el hospital militar y el cementerio, construido con elegancia y en buenas condiciones, donde se ven soberbios sepulcros de mármol y jaspe con estatuas y figuras alegóricas, que convierten aquella mansión de la muerte en un verdadero monumento de arte.

Tiene esta ciudad, además de algunos paseos, los frecuentados campos de San Francisco, donde han construido sus habitantes un gran salón circunvalado de un asiento corrido, con verja de hierro, al cual dan entrada dos preciosas escalinatas. El arbolado, los paseos exteriores y el obelisco que se eleva en el centro del salón, construido de piedra mármol, la fuente que tiene al pie, con un muro de arcadas del estilo gótico, el estanque y el jardín, hacen de estos campos un sitio delicioso y recreativo que honra la memoria de D. Juan González Anleo y D. José Maria López, a quienes, como gobernador militar y alcalde constitucional, se debe su construcción."

El paseo de San Francisco se construyó en 1836 y fue conocido inicialmente como las Delicias de Anleo. En 1862 se destruyeron las arcadas góticas, años más tardes se levantó un modesto templete de madera para las bandas de música, desmontándose en el año 1894, construyéndose un nuevo kiosco, en este año que se inauguró la luz eléctrica. En 1917 se plantaron las palmeras que rodean este parque.

"Los cuarteles de ingenieros y de infantería, que eran de muy buena construcción, sufrieron grandes deterioros durante el sitio de la plaza del año 1811, por lo cual se tuvieron que habilitar algunos otros edificios.

Siendo Badajoz capital de diócesis, hay en ella un seminario conciliar, con el título de San Antón, que fue inaugurado en el año 1664, mientras ardía la guerra con Portugal, y de este establecimiento han salido hombres de gran valor e la literatura y en las ciencias."

El Seminario de San Atón fue fundado por el obispo Fray Jerónimo Rodríguez de Valderas en 1664, instalándose en el Campo de San Juan, esquina a Ramón Albarrán (hoy sede del Colegio Oficial de Arquitectos). En estas instalaciones estará hasta el año 1754, en que el obispo Malaguilla mandó construir el edificio de la Plaza de Minayo. En la actual Plaza de San Atón está instalado hasta el año 1927, en que el obispo José María Alcaraz mandó construir un nuevo centro eligiendo la cañada de Sancha Brava, entre la barriada de la Estación y la Avenida de Portugal, donde actualmente permanece.

"El hospicio de Nuestra Señora de la Piedad, fundado por la real orden de 12 de abril de 1757, acoge los espósitos y pobre huérfanos de la provincia. La construcción del edificio se debe al ilustrado gobierno de Carlos III, y sus rentas se hallan administradas con pureza, bajo la vigilancia de la diputación provincial.

Si la beneficencia pública se halla atendida debidamente, también el presidio correccional merece que de él se haga mención. Los penitenciados que a este asilo se destinan por la Audiencia del territorio, condenados en general por delitos leves, han sido ocupados en trabajos públicos, en obras de fortificación y de mejoras locales, que han dado impulso a los progresos de la población, a su ornato y embellecimiento.

Tenida esta ciudad como una de las plazas fuertes de primer orden, se halla defendida por una gruesa muralla, con ocho baluartes y dos semibaluartes, revestida de hornabeques y medias lunas: por la parte NE, le sirve de fortaleza el antiguo muro del castillo y el río Guadiana. Tiene tres puertas de comunicación, que son las Palmas al .; el Pilar, antes de Jerez al S., y la Trinidad al E. La mas principal es la primera , que afronta con el puente del Guadiana. La puerta se halla defendida por dos fuertes torreones , uno a cada lado, que sirve alguna vez de prisión a los reos de graves delitos: a la cabeza del puente, al lado opuesto, se encuentra otro fuerte, que sirve de punto avanzado de la plaza. Además de este fuerte existen otros cinco, que son: el de San Cristóbal, sobre la derecha del río Guadiana, en su confluencia con el río Gévora; el de Pardaleras, en otro cerro sobre la parte meridional; el de la Picuriña, levantado frente a los baluartes de la Trinidad y Santa María; el de San Roque, situado al E., y el de la Luneta, que los franceses construyeron en el año 1811, de orden del mariscal Soult."

El más desconocido es la Luneta de Werle, cuyo nombre es en memoria del general Francois Jean Werle, muerto en la batalla de la Albuera. Se construyó para proteger el fuerte de San Cristóbal de las acometidas de los ingleses y portugueses.