Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

sábado, 5 de mayo de 2007

La abominable fiera nunca vista. 1760

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Quiero en esta entrada permitirme la licencia de hacerme eco de una de las noticias que anotó el presbítero pacense Don Leonardo Hernández Tolosa en 1760, en su Libro de Noticias.

Leyendo esta maravillosa fuente de noticias de finales del siglo XVIII, del cual ya realizaré una entrada, me llamó mucho la atención este dibujo de la "Abominable fiera nunca vista" y la traducción que realizó de un impreso de la ciudad de Lisboa que llegó a Badajoz en octubre de 1760 sobre los formidables estragos que en las cercanías de la villa de Chaves en el norte del Reino de Portugal, multiplicaba aquel aparecido monstruo, lo cual, debió ser bastante comentado en la ciudad.

Por casualidades de la vida, coincidió con el día que visioné el programa de "Cuarto milenio" que Iker Jiménez conduce en la cadena Cuatro los domingos, donde uno de los temas centrales fue la Bestia de Gévaudan, a la cual se le atribuye la muerte de más de 130 campesinos, en su mayoría mujeres y niños, que fueron encontrados despedazados por los dientes de algún animal.

La mayor parte de los ataques se registraron en los alrededores del departamento francés de Aveyron. El primero de ellos se produjo el 30 de junio de 1764, día en que asesinó a Jeane Boullet, de 14 años. En los tres meses siguientes, la Bestia atacó y mató salvajemente a 2 niñas, 2 niños y una mujer.


Describían al animal como una bestia gigantesca de pelo rojizo con un tamaño mucho mayor que el de un lobo, con rayas negras en los cuartos traseros y una cresta de pelos largos sobre el lomo. La cola era larga y musculosa, y las mandíbulas, bien desarrolladas y llenas de dientes enormes. Los rastreadores y cazadores que acudieron al lugar atraídos por las recompensas ofrecidas para quien capturase al monstruo, encontraron huellas de tamaño considerable y le calcularon un peso de unos 100 kilos.

Durante meses se mataron grandes cantidades de lobos en la zona, pero la bestia era increíblemente escurridiza. Llegó a mencionarse que las balas rebotaban sobre su lomo y los aterrorizados campesinos opinaban que era el mismo Demonio venido de los Infiernos. Pronto llegó a considerarse un problema nacional, y el propio rey Luis XV envió un cuerpo de dragones de caballería para abatirla, sin resultados, al que posteriormente se unirían otros tres. Para entonces el año de 1764 había acabado y las víctimas ya eran 54.

Según el testimonio de uno de los capitanes de los dragones, logró ver cara a cara a la Bestia antes de que ésta consiguiese huir. Era tan grande como su propio caballo, pero pronto lo dejó atrás con facilidad, pues lo superaba ampliamente en velocidad y agilidad. Mientras huía, él y los hombres que le acompañaban descargaron varias decenas disparos contra ella que ni siquiera parecieron atravesar su piel.

El asunto de la Bestia de Gévaudan traspasó fronteras y llegó a considerarse un problema serio para el gobierno de Luis XV, entonces recién salido de la Guerra de los Siete Años. Las potencias extranjeras comentaban jocosas cómo el ejército francés podía pensar siquiera en la victoria si sus mejores tropas no eran capaces de capturar un "simple" lobo en mitad de su propio país.

Se llegó a poner en el punto de mira a un noble que había estado en África y criaba en los jardines de su palacio hienas, tigres, leones y perros de presa, acusándolo de cruzar los animales hasta dar con una bestia asesina e indestructible.

Fuese ella o no, lo cierto es que en 1767, con más de 130 muertes en la región, un campesino armado abatió en Gévaudan un lobo descomunal, más grande que cualquiera de los que se podían encontrar en Francia. Poco después se mató una loba también de gran tamaño. La leyenda cuenta que los responsables de las capturas emplearon balas de plata hechas tras fundir medallas de la Virgen María, algo que ha pasado posteriormente al imaginario colectivo como la única forma de matar un hombre-lobo. Al menos uno de los ejemplares fue llevado a París, donde llegó en un estado de putrefacción muy avanzado, lo que impidió disecarlo. Su esqueleto fue expuesto en el Museo Real de la ciudad hasta su destrucción en un incendio. A pesar de que el esqueleto se ha perdido, las descripciones parecen indicar que se trataba de una gran subespecie de lobo de los Alpes, extinta en el siglo XIX. La falta de animales grandes que estos lobos encontraron en su nuevo hogar les habrían impulsado a alimentarse de los humanos, fáciles de capturar y matar.

Paso a resumir la noticia que Don Leonardo Hernández Tolosa nos dejó en su manuscrito de noticias en 1760, que verdaderamente tiene un parecido asombroso a la bestia que apareció en Francia cuatro años más tarde:

" […] Numerosas fueron las víctimas, principalmente en niños y mujeres, de sus presas, dicen ha de pasar a destrucción, cuya lamentable noticia traspasa los corazones tiernos de aquel país.
[…] en los pueblos no se oía más que clamor y alarido; en los caminantes sólo se percibía miedo […] Estos vejámenes y opresiones sintieron afligidos aquellos provincianos, y no pudiendo tolerar tan sensible daño en sus cercanías, llenos de ira y revestidos de un brioso furor, procuraron a fuerza de armas rebatir los bravos y arrogantes ímpetus de aquella cruelísima fiera […]"

Pero después de muchos intentos de dar caza a esta bestia, que siempre burlaba los cercos, por su nunca vista ligereza, cuyo paso "pasaba de distancia de diez pasos ordinarios", escondiéndose en los enmarañados bosques y altas matas, se juntaron un escuadrón de 200 hombres con una Compañía de Caballería del Regimiento de Chaves, bien montada y pertrechada.

"Dos días fueron caminando por matas y sierras, cuando en el tercero la vieron de lejos"

Volvieron a cercarla, pero volvió a desaparecer y hasta quince días después no volvieron a divisarla, y entonces les entraron las dudas de cómo poder darle caza, hasta que un experto mancebo les convenció que el mejor modo era la astucia y el engaño.

Esto les dice el intrépido mancebo:

"Que pues la fiera se ocultaba debajo de los árboles, tal vez vendría poco a poco paseándose por bajo de éstos, que el iría solamente con 12 hombres bien armados, y el chiquillo a aquel combate, quedando la demás tropa emboscada, y al son de los tiros que tirasen, irían a perseguir la dicha fiera; que el se determinaba subir en un árbol bien grande, y que danzando con una cuerda el muchacho atado por la cintura y estando los 12 combatientes emboscados al pie, apenas la fiera viese al muchacho, vendría a hacer de él la presa, y que subiendo con la cuerda, quedaría burlada y al mismo tiempo disparasen todos juntos la carga cerrada y de esta suerte le quitarán la vida"

Se puso este plan en marcha, consiguiendo de esta manera poder herir a la fiera, que bramiendo con ardor intenso intentó huir por una sierra alta, pero los caballos ligeros de la emboscada escolta asegundaron con otra mayor descarga, haciéndole exhalar su último aliento.

En una carreta consiguieron llevarlo a Chaves. Se mandó pesar, llegando a las diez arrobas. Ahora en aquellos pueblos todo era fiesta y alegría.

Así se describió a la fiera:

"Tiene de cumplimiento siete palmos, es de estatura de un caballo; piernas y brazos delgados, uñas grandes; todo el cabello erizado, al modo de jabalí; por la barriga es blanco,, por el cuerpo es arrayado; la cabeza el modo de gato grande bravo con mucha barba; los ojos grandes y ovados; los pechos muy largos; el rabo muy cumplido pero delgado; la piel muy gruesa; era muy forzoso, ligero y bravo y voraz, principalmente de muchachos, a todos asaltaba cuantos topaba, excepto en viendo multitud de gente que gritaba."

Asombroso parecido la de estas dos historias, en Francia, la historia del la Bestia de Gévaudan es un verdadero reclamo turístico a semejanza del mounstruo del lago Ness escoces.

¿Habrá que rescatar nuestra leyenda local de la legendaria Tarasca, el monstruo que acechaba el paso de los viajeros incautos, para atraparlos y ahogarlos en alguna fuente cercana?

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