Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

domingo, 20 de mayo de 2007

Noticias de Leonardo Hernández Tolosa. Badajoz 1760-1785. El traslado de las ermitas de las puertas por los disturbios de la inmunidad eclesiástica

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Hoy quiero empezar a comentar algunas de las noticias que el presbítero pacense Leonardo Hernández Tolosa (1723-1785) nos legó en su grueso volumen manuscrito de 300 folios encuadernados en cuero, que tan acertadamente publicó, para alegría de gente como yo, buscador de historias pasadas de nuestra ciudad, la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, con sede en Trujillo, en 1992.

Este libro de noticias había pasado completamente desapercibido en el archivo capitular durante casi dos siglos, hasta que el archivero de la catedral, Pedro Rubio Merino, lo sacó a la luz en 1968.

Esta joya de nuestro pasado es equiparable a la de Rodrigo Dosma o Juan Solano de Figueroa, constituyendo así una trilogía imprescindible para el conocimiento de nuestra historia.

Sería imposible resumir en pocos párrafos la ingente cantidad de noticias que nos relata en estos 25 años de historia religiosa, política y social, donde nos cuenta las nevadas, terremotos y otras inclemencias del tiempo, los ajusticiamientos, obras civiles y religiosas, corridas de toros, rogativas de lluvia, hechos militares, ecos de sociedad y un largo etcétera.

Vamos en esta ocasión a comentar el traslado en 1761 de las ermitas que protegían las puertas de la ciudad, debido a que los conflictos con la inmunidad eclesiástica estaban provocando numerosos disturbios.

En esta época hubo numerosos conflictos en Badajoz con este motivo de la inmunidad eclesiástica, que tenían concedida como privilegio local los templos e iglesias, en virtud de la cual, los delincuentes que a ellas se acogían no eran castigados con pena corporal en determinados casos. El origen de esta inmunidad es de los primeros tiempos de la Iglesia.

La reglas de esta inmunidad se intentaron establecer en el Concordato de 1737, celebrado entre Clemente XII y Felipe V, para mantener la tranquilidad del público e impedir que con la esperanza del asilo se cometan algunos más graves delitos que puedan ocasionar mayores disturbios, estableciendo que la inmunidad local no sufrague en adelante a los salteadores o asesinos de caminos, aún en el caso de un solo y simple insulto, con tal que en aquel acto mismo se oiga muerte o mutilación de miembros en la persona del insultado; igualmente ordenará que el crimen de lesa majestad, que por las constituciones apostólicas está excluido del beneficio del asilo, comprenda también a aquellos que maquinaren o trazaren conspiraciones dirigidas a privar a S. M. de sus dominios en el todo o en parte. Y finalmente, para impedir en cuanto sea posible la frecuencia de los homicidios y que habiéndose en algunas partes introducido la práctica de que los reos aprehendidos fuera del lugar sagrado aleguen inmunidad y pretenden ser restituidos a la Iglesia por el título de haber sido extraídos de ella o de los lugares inmunes en cualquiera tiempo, huyendo de este modo el castigo debido a sus delitos, cuya práctica se llama comúnmente con el nombre de iglesias frías, declarará Su Santidad que en estos casos no gocen de inmunidad los reos.

De todas maneras, no se terminaron los problemas. En 1761, según nos cuenta Leonardo, "mandó el Rey se extrajese la imagen de Nuestra Señora del Pilar de la capilla que se hallaba encima de la puerta de este nombre en la ciudad, para quitar disturbios de inmunidad eclesiástica, y en la noche del día 8 de julio la llevaron con el culto debido a la iglesia parroquial de San Andrés, donde se determinó colocarla, por estar en territorio de aquella parroquia". La que se llamó nueva Puerta de Jerez (por el camino que se abría frente a ella) o Santa Marina (por la anterior puerta en la muralla medieval, llamada así porque en sus proximidades estaba este convento templario, desaparecido tras el sitio de 1658) se terminó de construir en 1692, fecha en la cual el Conde de Montijo mandó colocar la Virgen del Pilar, que fue trasladada procesionalmente desde la Catedral, quedando así esta puerta bajo su advocación.
Según una venerable y antiquísima tradición, la Virgen María, cuando todavía moraba en Jerusalén antes de su gloriosa Asunción a los cielos, vino a Zaragoza a consolar y animar al Apóstol Santiago. Este se encontraba, con los primeros convertidos, a las orillas del río Ebro, predicando el Evangelio, que decidió su retorno ante el fracaso de su proselitismo entre los paganos. Levantada sobre una columna, que se dice es la que hoy sustenta la talla de la Virgen, ésta pidió al apóstol la erección de un templo por el que se concederían diversas gracias, asegurando su permanencia hasta el fin del mundo.

En el mes de agosto se extrajeron por la misma razón, el resto de las Imágenes de las puertas de la ciudad, "en donde se les daba el debido culto, colocando a Nuestra Señora de los Ángeles (que estaba en Puerta de Palmas) en el Hospital de la Cruz", situado desde 1526 en las inmediaciones de la actual Plaza de los Reyes Católicos y Puerta de Palmas, en el antiguo barrio de San Nicolás. Este hospital se erigió utilizando los restos de la Ermita de San Nicolás y de un antiguo convento de Santa Ana entonces existentes en sus cercanías. El origen de esta capilla en la cara interior de nuestra Puerta de Palmas está en la época del alarife Gaspar Méndez entre 1531 y 1560, ya que su firma figura en esta capilla. El aspecto actual se debe a la remodelación de 1960 del arquitecto municipal Francisco Vaca Morales.

"La del Pajarito que se hallaba en esta puerta, pasó a la parroquial iglesia de Santa María". También nos cuenta Leonardo, que esta puerta fue cerrada en 1765, quedando ella como desaguadero de la ciudad, debido a que ya no era necesaria, al acabarse a principios de junio la "nueva" puerta del río, a las espaldas del Hospicio. También por este motivo se cerró la puerta de Pelambres, que al igual que la del Pajarito se cerró con puerta de reja para desaguadero de la ciudad, quedando como única puerta la "Nueva". Hasta este momento se le llamaba "Nueva" a la actual "Puerta de Palmas", que desde entonces se le llama así. No es por liar más al personal, pero a esta puerta "Nueva" de 1765 que fue derribada en 1962 se le llamó posteriormente "Puerta de Carros", el mismo nombre que tenía la puerta de acceso a la Alcazaba.

Finalmente nos cuenta Leonardo que la de Tentudía, (que estaba en la Puerta de Mérida) "se llevó a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción".

Vamos a aprovechar también para contar de donde viene el nombre de Virgen de Tentudía, para los que aún no hallan podido visitar su Monasterio:

Cuenta la tradición que en tiempos de la reconquista, al intentar los cristianos pasar por Calera de León para dirigirse a Sevilla, le impidieron el paso los sarracenos. La batalla estaba servida. Las huestes cristianas estaban ganando terreno, pero el día llegaba a su fin y la noche detendría el combate. El capitán de los cristianos Pelay Pérez Correa, como no quería perder la ventaja que había cobrado, puso rodilla en tierra implorando la ayuda de la Santísima Virgen ante las palabras "Santa María, detén tu día". Sus palabras fueron escuchadas y el sol se paró en el horizonte, hasta que los cristianos obtuvieron la victoria. Como agradecimiento a la Virgen, el capitán ordenó construir un monasterio que venerase a la madre de Dios y que posteriormente ha sido conocido como el Monasterio de Santa María de Tentudía, como recuerdo de las palabras que obrasen el milagro.

Ya seguiremos contando mas noticias de Don Leonardo...

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