Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

viernes, 29 de febrero de 2008

Badajoz en la Corografía de algunos lugares de Gaspar Barreiros. 1546

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Gracias al viaje que Gaspar Barreiros, erudito escritor portugués del siglo XVI, realizó en 1546 a Roma, nos ha llegado hasta nuestros días su "Cronographia de alguns lugares questam en hum caminho que fez o anno MDXLVI", publicado en Coimbra en 1561.

Sensación de oportunidad perdida, me ha quedado tras mi lectura de las páginas relativas a Badajoz, por no dedicar ni una sola línea a describir como era la ciudad de Badajoz que llegaba a la mitad del siglo XVI, excusándose en que por ser vecina de Portugal "es tan sabida de ella" y centrándose exclusivamente en intentar demostrar el nombre antiguo de Badajoz, cómo lo perdió, y hubo el que ahora tiene.

No voy a transcribir la extensa disertación que hace sobre el todavía asunto pendiente del origen del nombre de Badajoz, sino que voy a intentar resumir en lo posible sus apoyaturas y conclusiones. Para quien quiera consultar una copia digital pinchar aquí.

Comienza con la discusión de la posible existencia de Badajoz en época romana. Recurrente y entretenida discusión que han mantenido los historiadores durante siglos.

Vamos a situarnos un poco.

Los geógrafos romanos dividían la península ibérica en tres provincias: Tarraconense, Bética y Lusitania, o para más brevedad, en Citerior y Ulterior. La Citerior contiene la Tarraconense y la Ulterior la Bética y la Lusitania.

Barreiros comienza intentando demostrar que Badajoz no pudo ser nunca Pax Julia basándose en que ésta estaba en Lusitania y que Badajoz (si existiese en aquella época) tenía que pertenecer a la Bética.

Se apoya principalmente en:

* Badajoz se encuentra al Sur del Guadiana, y al ser el Guadiana la frontera natural de la Bética y Lusitania, no puede ser la Pax Julia descrita en algunos itinerarios como el de Antonino en Lusitania, a parte que no le salen las cuentas de las distancias. (Con respecto a los itinerarios y a los intentos de muchos historiadores de intentar estirar como un chicle los itinerarios romanos para intentar situar algunos lugares es algo bastante divertido, pero no vamos a entrar ahora en esto). Después volveremos a comentar algo sobre esta "frontera" del río Guadiana.

* Aporta algunas inscripciones en piedras de la ciudad portuguesa de Beja donde se pueden leer "PACIS IVLIA" o "PAX IVLIA".

* Plinio nombra tres conventos (cancillerías o casas de administración de justicia): Emeritense, Pacense y Escalabitana. Está claro que la Emeritense estaba en Mérida y la Escalabitana en Santarem, situando la Pacense en Beja al crear así un triángulo lógico en el mapa. Plinio también nombra otras colonias: Metalinense (Medellín), Norbense Caefaliana (Puente de Alcántara), Castra Julia (Trujillo) y Castra Cecilia (Cáceres).

Una vez que se queda a gusto con su demostración de que Pax Julia fue la portuguesa Beja, viene el más complicado asunto de la explicación del porqué se le llamó al obispado de Badajoz pacense.

Una explicación que da es el posible traslado del obispado de Beja a Badajoz.

Como valedores originarios de la idea de que Badajoz fue la colonia romana Pax Augusta tenemos a Antonio de Lebrija (1441-1522) y a Ginés de Sepúlveda (1490-1573), al cual han seguido numerosos seguidores hasta hace bien poco. Para la construcción de la historia eclesiástica de Badajoz de Dosma, Solano etc… era necesario que Badajoz estuviera en la Lusitania, al igual que Medellín (que también está al Sur del Guadiana) para así dar a Badajoz su existencia en los orígenes del cristianismo en la península, pero según Gaspar Barreiros el cauce del Guadiana pasaba originariamente al Sur de Medellín y no como ahora que pasa al Norte. Qué curioso.

La historiografía actual sobre la historia de Badajoz se inclina abrumadoramente porque el nacimiento del obispado pacense fuera en el medioevo, y más concretamente en 1255 y su primer obispo Pedro Pérez.

Aunque a mí me atrae especialmente la idea de que existiera en la época de Ibn Marwan una iglesia mozárabe como consecuencia del traslado del obispado de Mérida a Badajoz. Habrá que debatir esto más detenidamente.

Volviendo a Gaspar Barreiros, aunque no acepta las tesis de Antonio de Lebrija y Ginés de Sepúlveda, al final dando sus propias razones, cae ante la idea de que Badajoz pudiera haber sido Pax Augusta.

Reculando en la idea de la conexión "pacense" del posible traslado del obispado de Beja a Badajoz, da como posibilidad de que la Pax Augusta fuera de los célticos de Beturia y no de los turdetanos de Lusitania, pasando más tarde a la Lusitania, mientras que la Beturia Túrdula pasó a la Bética.

Termina Barreiros hablándonos del Guadiana, o "río de Ana", muy provechoso, porque la mayor parte del ganado de Extremadura y de Castilla pasta en sus riberas gran parte del año, y además mucho pescado que cría, como son barbos, inguias, saneis, lampreas y sollos.

Después de leer bastantes posibles explicaciones de numerosos autores, y que sería muy pesado de exponer, que según la época se van alineando en una u otra postura, con bastantes alfileres por cierto, aún no he conseguido que alguno me convenza del origen de nuestro gentilicio "pacense"…, y no digamos del origen del nombre de Badajoz. Mientras tanto, ya puestos a decir tonterías, de momento me quedo con mi "Danzas Dulces" que expuse en mi entrada sobre la leyenda de Hércules…

sábado, 9 de febrero de 2008

El molino de la Tarasca

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En esta entrada vamos a recordar, quizás unos de los vestigios más antiguos que nos quedan y que milagrosamente ha llegado a nuestros días. El aún todavía llamado "molino de la Tarasca" situado junto al puente de la antigua nacional V a su paso por el Rivillas.

Intentemos acercarnos al posible origen de este peculiar nombre, figura de serpiente monstruosa.

Como casi siempre, se vuelve a cruzar en nuestro camino el singular Nicolás Díaz y Pérez que en un artículo del "Correo de Extremadura" nos escribe la historia de la muerte del médico de origen judío Isaac Cohen que ha sobrevivido contada en Badajoz de generación en generación.

Para quien quiera leerla completa está reproducida en el "Álbum de cuentos y leyendas tradicionales de Extremadura" de Eloy Martos Núñez. Resumiré en lo posible esta larga historia.

Los sucesos que le cuentan a D. Nicolás se sitúan en 1480 en una noche de fuerte tormenta…

Vinieron a buscar por varias veces al médico Cohen a su casa para atender a un vecino de la Albuera, pero otras tantas veces rechazó la llamada de auxilio, hasta que por 700 maravedíes convencieron al avaro Cohen.

Cuando por fin lo consiguen llevar hasta la casa del enfermo, consigue sacarles otros 100 maravedíes por unas "hojas y raíces de dedadela", pero el "porquero de la Albufera" moría instantes después.

En el viaje de regreso…

"Disponíanse a descansar unos momentos en las cercanías de la Ermita de los Mártires, cuando de la espesura de los matorrales que cercaban el camino oyese un ruido extraño; detuvieron el paso de los caballos y comenzaron a relinchar dando botes y saltos hacia atrás. Cohen, que no montaba bien, cayó al suelo en el momento que un animal extraño, parecido al Dragón, y que surgió de entre la espesura de los matorrales avanzó hasta donde él estaba, le enroscó parte de su cola al cuerpo y arrastraba tras de si a Cohen, que gritaba desesperadamente..."

Desaparecieron en dirección a una fuente, donde momentos después lo encontraron ahogado. La Tarasca huyó seguidamente a un molino cercano…

El guardián de la ermita, un viejo religioso contaba:

"La tarasca, ese maldito monstruo ha venido no sé de qué parte, y al que solamente Santa Marta pudo vencer en el Bosque Negro de Tarascón, cuando se le presentó después de una gran tormenta, causa por aquí muchas víctimas. En los días de grandes tempestades se ensoberbece y al cesar la tormenta sale por los campos a saciar su furia en el primero que encuentra, estrangulándolo y ahogándole después donde encuentra agua…"

A lo ancho y largo de nuestro continente nos podemos encontrar historias parecidas y en muchos lugares aún hoy recuerdan a su particular tarasca, lagarto o dragón. Intentemos ver posibles orígenes del porqué precisamente a nuestro molino semienterrado en la margen derecha del Rivillas en su confluencia con el Calamón se le llama de la Tarasca.

A lo largo de los tiempos, nuestra cultura se ha ido forjando por las influencias recibidas por nuestros antiguos pobladores prerromanos, de los que llegaron tanto del sur como del norte (visigodos, romanos y musulmanes principalmente).

Desde el origen de los pueblos, la serpiente siempre se ha asociado con lo maligno y vengativo. Ya nos contó Sexto Pompeyo (65-35 a.C.) la existencia de la figura del Tragón en "las pompas y fiestas de los antiguos, con grandes quijadas, con la boca desmesuradamente abierta y haciendo gran ruido con los dientes".

A través de un proceso simbólico de asociación entre las prácticas rituales paganas y las fiestas cristianas, se consiguió absorber la cultura de los pueblos evangelizados.

La Tarasca era una figura de sierpe que iba delante de la procesión del Corpus, y representaba místicamente "el vencimiento glorioso de nuestro señor Jesucristo" sobre el demonio.

Posiblemente Tarasca es una voz tomada del verbo griego "theracca", que significa amedrentar, porque espantaba y amedrentaba a los muchachos.

La Tarasca en nuestra cultura cristiana se la ha asociado con el diablo, y ha sido utilizada al igual que otras muchas figuras malditas desde la antigüedad por las madres para amenazar a sus hijos traviesos.

Estas figuras recurrentes para alejarnos de mal se han ido refundiendo y dispersando por todos los lugares, tomando diferentes formas a semejanza de los más actuales "hombres del saco" o "que viene el coco" etc…

Una de las tarascas más famosas proviene de Tarascón, villa de Francia, en la Provenza, sobre la orilla izquierda del Ródano, donde la tradición dice que habiendo llegado Santa Marta a aquellas riberas, logró vencer y encadenar a un monstruo carnívoro llamado la tarasca, que afligía y desolaba aquel país. Es por ello el que se recurre a esta santa rogando protección ante el posible ataque de un animal maligno.

Los orígenes de este mito de la tarasca se pierden en los posos más antiguos de nuestra cultura, transformándose a cada tiempo según las influencias externas que nos fueron llegando, como por ejemplo, de la mitología griega es posible que nos influyera la historia de la reina de Libia, Lamia, a la que Zeus amó, la cual fue transformada por Hera, esposa y hermana mayor de Zeus, en un monstruo y mató a sus hijos. Lamia sufría entonces la envidia de las otras madres y devoraba a sus hijos.

La festividad pagana del mito del bien y del mal era representada por la tarasca, que tras la evangelización cristiana, en aras nuevamente de una identidad común que facilitara el orden y la convivencia, promovieron nuevas leyendas y milagros más acordes con las necesidades de los nuevos tiempos.

La tarasca en muchos lugares era y sigue siendo una máquina de madera con forma de horrible serpiente sobre ruedas y estaba conducida por hombres que iban en su interior. Durante muchos años, se utilizó para abrir paso a la Custodia en la procesión del Corpus, recorriendo con ella las calles, lo que significa la huida del Mal ante la presencia del Bien y del Cuerpo de Cristo.

Foto de 1936:

En Badajoz, las procesiones del Corpus tomaron una gran relevancia donde participaba toda la población, pero alrededor de la solemne procesión también se organizaban una gran algarabía, y cuando salía por la puerta de Trinidad, gran parte de la gente la abandonaba, para unirse a las fiestas "paralelas" que se organizaban y preferían las danzas y bailes de los figurines disfrazados que acompañaban a la tarasca, que tras ser "espantados" se reunían en el molino que lleva su nombre y acababan bebiendo y danzando, cosa que no hacía mucha gracia a las autoridades…

En cuanto al molino, ¿desde cuando es testigo mudo del paso de los viajeros por el camino a Sevilla?

Ya desde tiempos anteriores a la venida de los musulmanes parece que se aprovechaban las aguas del Guadiana y de sus afluentes para moler los granos para fabricar la harina necesaria para el pan. y aprovechar las pesquerías que se formaban gracias a sus presas para poder siempre poder sacar peces del agua.

El Rivillas, cuyo nombre procede de Riverillas debido a la confluencia de los arroyos Calamón, Valdesevilla y Tresarroyos, tuvo que ser desde antiguo un lugar privilegiado para posibles asentamientos.

Frente del molino, en el pequeño desmonte que hay al otro lado de la antigua carretera de Sevilla a Badajoz y hoy calle de Santo Cristo de la Paz, apareció una necrópolis prehistórica. Las tumbas fueron escavadas en la roca, cuyos cadáveres quedan encajados en el fondo de la fosa trapezoidal.

Este es el croquis que dibujó Don Benigno Pradilla y que publicó en la Revista de Estudios Extremeños del año 1941:

Cuantas preguntas sin resolver nos depara aún nuestro Badajoz antiguo…