Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

domingo, 5 de julio de 2009

Los primeros avistamientos en Badajoz de los gigantescos pájaros con músculos de acero.


1ª parte: La fiesta de aviación de 1911.

Con revuelo esperaban los pacenses el poder ver con sus propios ojos los nuevos gigantescos pájaros con músculos de acero, y poder creerse las noticias increíbles de que el hombre por fin podía surcar los cielos, vengándose así de la condena de la marcha pedestre, que la Naturaleza nos había reservado, haciendo tan lenta nuestra locomoción bípeda y tan débil nuestra resistencia para las rápidas carreras, que en toda lucha de velocidad quedábamos rezagados por insignificantes bichos de cuatro patas o por los más diminutos insectos voladores.

Andábamos por Mayo del año 1911, en un Badajoz con 35.000 habitantes que celebraba la primera de sus dos ferias anuales, llamadas de Mayo y Agosto.

Sólo habían pasado 7 años desde que en 1903, los hermanos Wright, lograron un vuelo de 52 segundos con un aeroplano dotado de motor de explosión, recorriendo 260 metros de distancia a una altura de unos tres metros.

En España los primeros prototipos se empezaron a construir en 1909 y los numerosos ensayos de la incipiente aviación pasaron a ser un imprescindible número de feria.

Nuevos tiempos estaban llegando gracias al cinematógrafo, el automóvil, la aviación…

Badajoz no podía quedarse atrás en este nuevo e increíble espectáculo que eran las nuevas "Fiestas de Aviación" que un año antes, en 1910 nacieron en España, tras la expectación que habían creado en los cielos franceses, alemanes e ingleses los numerosos ensayos públicos de los nuevos aparatos voladores de 1909, que atrajeron las primeras "Semanas de la Aviación".

Fue gracias a los esfuerzos del nuestro vecino Demetrio Medina, industrial joyero, miembro del Real Aeroclub de Madrid que, por lo que dentro de la Feria de Mayo de 1911, hubo una semana de aviación, en la que en un campo instalado en real de la feria, por aquellos entonces, frente al Vivero, el francés Mauvais y el español Loygorri, disputarían la copa “Extremadura”, para el que hiciera un vuelo a mayor altura y más sostenido.

El francés, afincado en Madrid, Jean Mauvais había realizado el primer vuelo campo a través en España 6 meses antes, y Benito Loygorri Pimentel, ingeniero de 25 años, había sido el primer español en obtener en agosto del año anterior el título de piloto aviador. A sus dieciocho años vio volar a los hermanos Wright en Pau y en Le Mans, y desde entonces fue tomando a los pioneros mundiales de la aviación (Farman, Blerior, Voisin, Wright), como sus héroes.

Mauvais y Loygorri junto con M. Garnier habían constituido una sociedad de aviación franco-hispano-americana y antes de embarcarse hacia las repúblicas latinas de América, estaban realizando varias exhibiciones de aviación en las principales capitales de España.

Loygorri pilotaba un biplano Henri Farman (2ª foto), y Mauvais un biplano Roger Sommer (1ª foto), ambos con motor Gnome de 50 CV.

En el improvisado campo de aviación situado en la cañada de Sancha Brava, frente al Vivero, que desde 1908 era utilizado ya como campo de fútbol, se estuvo trabajando para nivelar la pista hasta que los ingenieros dieron su visto bueno.

Después de probar sus aparatos, todo estaba preparado para el señalado día 13 de Mayo a las once de la mañana, pero las lluvias y el fuerte viento reinante impidieron la celebración de tan esperado acontecimiento para ese día y los dos siguientes, en que también hubo de suspenderse.



Por fin, el día 16 y a las tres y media de la tarde pudo celebrarse. El público abarrotaba las inmediaciones del campo de aviación, e incluso las murallas, desde donde con gemelos contemplaban el espectáculo.

Loygorri montó en su aparato, el motor comenzó a rugir y arrancó con gran velocidad por la pista de foot-ball y a los pocos segundos se elevó majestuosamente por los aires. Una salva de aplausos brotó espontánea. Loygorri se elevó a unos 150 metros de altura; el aparato dio dos vueltas sobre la pista y el intrépido piloto demostró gran serenidad y dominio. A los siete minutos, con precisión matemática, el aviador efectuó un aterrizaje perfecto. La ovación del público arreció.

Mauvais tuvo que renunciar tras varios intentos de elevarse debido a un fallo en el motor. Volvió a subir Loygorri, a pesar del viento y la lluvia que comenzaba a caer, realizando otro vuelo admirable.

Reparada la avería, Mauvais, cerca de la seis de la tarde, se elevó, alejándose en línea recta en dirección a la vía férrea portuguesa, desde donde viró y descendió en medio de grandes aplausos. El público, entusiasmado, llevó a hombros a Mauvais hasta la próxima caseta de feria, donde “estuvo valsando con una distinguida señorita”.

Dos días después, el día 18, se celebró la segunda fiesta, donde Mauvais se elevó con su biplano a unos 200 metros, permaneciendo en el aire 7 minutos. A continuación el vuelo fue superado por Loygorri, que alcanzó los 300 metros y 8 minutos de duración.

El día 20 continuaron su particular competición los dos audaces pilotos. Loygorri llegó a volar 4 veces y Mauvais 2.

Ante la admirada multitud que acudió a ver “como se mataban aquellos locos”, Loygorri llegó a estar cerca de 20 minutos en el aire y para aterrizar paró el motor, cayendo rápidamente hasta unos 10 metros, a cuya altura lo volvió a poner en marcha para aterrizar de un modo perfecto. En un segundo vuelo llevó de pasajero al distinguido joven Baldomero Galache.

El domingo 21 tuvo lugar la última fiesta, presenciada por nada menos que 15.000 personas. Loygorri certificó su triunfo de la copa de plata que disputaba al francés Mauvais, con un vuelo a 400 metros de altura, haciendo un recorrido sobre la frontera, Badajoz y estación férrea, haciendo toda clase de filigranas.

Loygorri como representante de la casa Farman en España, sería el primer proveedor de la aviación militar española, al servirle tres aviones que fueron los que utilizó la primera promoción de pilotos militares españoles: Kindelán, Herrera, Arrillaga, Barrón y Ortiz Echagüe.

Mauvais sería el que volaría al año siguiente por primera vez el Biplano Barcala-Cierva-Díaz BCD-1 Cangrejo, primer aeroplano español que llegó a funcionar bien.