Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

sábado, 2 de junio de 2012

La estatua de Moreno Nieto. Badajoz 1896

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Fotografía de los años 20 del siglo XX

Vamos a comentar en esta ocasión las vicisitudes pasadas para poder erigir en la plaza de Minayo de Badajoz una de las estatuas más relevantes, y que con ocasión de la reciente remodelación, vuelve a ser protagonista destacada. 

Nació José Moreno Nieto en Siruela (Badajoz) en 1825. Fue bautizado con los dos apellidos del padre al llevar su madre el apellido Godoy, por aquel entonces fuertemente denostado. Con tan sólo dos años queda huérfano de padre, médico de profesión. Su tío paterno, párroco en Peñalsordo, se percata de la memoria prodigiosa de su sobrino y lo envía a estudiar Humanidades a Guadalupe, pero al ser la orden exclaustrada por la desamortización de Mendizábal, tuvo que seguir los estudios en el seminario de Toledo. Aquí se va a interesar especialmente por las lenguas semíticas, entre ellas el árabe. Estudia también Leyes en Toledo y se licencia en Derecho en 1846 por Madrid.

Gana la Cátedra de Árabe de la Universidad de Granada. Imparte sus clases y se interesa por la traducción al español de los rótulos en árabe de la Alhambra. Preside la Academia de Ciencias y Literatura. Tomó parte en las contiendas políticas, poniéndose de parte de los progresistas, en representación de los cuales fue diputado a Cortes por Granada el año 1854. Peleó contra los racionalistas y los neocatólicos, procurando hallar una fórmula intermedia en lo filosófico y en lo político. Esta tendencia le llevó a la Unión Liberal.

En 1859 consigue la Cátedra de Historia de los Tratados en la Facultad de Derecho de Madrid. En 1863 termina por encargo del Gobierno su Gramática de la Lengua Arábiga, escrita en español. Académico de la Real de la Historia en 1864. En 1865 fue elegido diputado a Cortes por Badajoz. Con Amadeo de Saboya es nombrado rector de la Universidad de Madrid.

En 1874 era director general de Instrucción pública. Reconoció la monarquía de Alfonso XII, afiliándose luego al partido conservador de Cánovas. En 1876 fue nombrado presidente del Ateneo de Madrid, cargo que ostentará hasta su muerte.
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Su vida está en sus discursos, y principalmente en los del Ateneo, donde con tanta elocuencia, con tanto calor y tan profundo saber defendió su eclecticismo político y filosófico y sus ideas cristianas, entonces rudamente combatidas por los oradores de la izquierda.

Tan pronto como llegó a Badajoz la triste nueva del fallecimiento de Moreno Nieto, acaecido en Madrid el día 25 de febrero de 1882, los representantes de la prensa periódica de la capital, se reunieron el 4 de marzo en el palacio de la Diputación provincial, con objeto de tratar la forma de honrar de un modo digno y levantado, la memoria del sabio académico y orador elocuentísimo, acordándose por unanimidad:

1º Continuar en la provincia la suscripción iniciada en Madrid para socorrer a la familia del modesto catedrático, que había quedado en el mayor desamparo, para lo cual se excitaría a los pueblos para que nombrasen comisiones encargadas de la recaudación, así como se abrirían suscripciones en los periódicos de la localidad;

2º Acudir a la Diputación provincial para que patrocinase y se interesase en el pensamiento de erigir un Monumento, tal como una estatua, al esclarecido extremeño, honra de esta provincia, cuyo proyecto y trazado, así como la dirección de las obras se ofreció a hacer graciosamente el arquitecto provincial Ventura Vaca;

3° Interesar asimismo en este pensamiento al Excelentísimo Ayuntamiento de esta capital, suplicándole al propio tiempo acuerde dar el nombre de Moreno Nieto a una de las calles de esta ciudad, y

4° Asociarse al pensamiento emitido por el Boletín-Revista del Instituto de Badajoz, de celebrar una solemne velada literaria en honor del docto catedrático.

Para realizar estos acuerdos se nombraron comisiones. La suscripción en favor de la familia se abrió en todos los pueblos, periódicos y Corporaciones, remitiéndose a Madrid lo recaudado, y la velada literaria se verificó con toda solemnidad en el Paraninfo del Instituto el día 2 de octubre de 1882.

La Comisión correspondiente se presentó en la Diputación Provincial en la noche del 5 de marzo de 1882, en el momento que esta Corporación celebraba sesión extraordinaria, terminada la cual, la Comisión celebró con el señor Gobernador y todos los señores Diputados asistentes una sesión privada, consiguiéndose que se apoyara con entusiasmo la iniciativa del pensamiento de elevar una estatua al Sr. Moreno Nieto, consiguiendo el compromiso de la Diputación de una consignación futura de una cantidad para este fin.

La Diputación acordó: celebrar solemnes honras por el descanso del virtuoso finado; costear una lápida conmemorativa que se colocaría en la casa donde nació Moreno Nieto, en Siruela; poner su retrato en el salón de sesiones; consignar por espacio de seis años en el presupuesto provincial una cantidad que, con el nombre de Premio Moreno Nieto, se concederá al alumno del Instituto que lo alcanzare, previa oposición, y por último, abrir una suscripción que encabezarán los señores Diputados para socorrer a la familia del Sr. Moreno Nieto.

En abril la Diputación acordó fijar la cantidad de 7.500 pesetas para contribuir a levantar el Monumento que la prensa de la capital tiene en proyecto.

A su vez el Excmo. Ayuntamiento concedió a la prensa el terreno necesario en la plaza de Minayo para el emplazamiento del pedestal que ha de sostener la estatua; dio el nombre de Moreno Nieto a la calle de Santa Catalina [actual calle Obispo San Juan de Ribera], y acordó contribuir con 7.500 pesetas para levantar la estatua proyectada por la prensa de Badajoz.

El citado arquitecto, Sr. Vaca, formuló el proyecto de la estatua, que remitido para su conformidad a la Academia de San Fernando de Madrid, fue aprobado.

Con estos elementos y aquellas promesas, la Comisión empezó activamente sus gestiones, y sin un céntimo entonces en caja, dio principio a sus trabajos, sin contar con más caudal ni más recursos que su inteligencia y su pluma, como decía uno de los individuos de la Comisión de la prensa en el discurso que pronunció en el acto solemne de colocar la primera piedra para el Monumento.

Se empezó por contratar la piedra para el gran pedestal que había de sostener la estatua, con D. Salvador de Rivas, de Málaga, a pagar cuando se recaudasen fondos; y dispuestos ya el número y magnitud de los sillares, según lo calculado por el señor arquitecto. En concreto se encargaron 1.306,17 pies cúbicos de piedra sipia fina, en 27 sillares. Se procedió al transporte; pero aquí surgió una dificultad.

Había que pagar ese transporte por la línea de los ferrocarriles andaluces y la de Badajoz; y como la Comisión tenía el pensamiento de solicitar alguna rebaja en el importe del transporte, en consideración al objeto a que se destinaba la piedra, necesariamente había que pagar antes de solicitar esa gracia, según manifestó a la Comisión el agente comercial de la línea; debiendo instruirse el correspondiente expediente para la devolución de lo que acordasen aquellas empresas. Además, de no hacerse el pago a la llegada a la estación de los vagones con la piedra, devengaría esta derechos de almacenaje, como así sucedió; pues por pronto que se acudió al remedio, pasaron bastantes días. En esta situación, se acudió a la Sucursal del Banco de España en Badajoz, y se tomaron en calidad de préstamo, tres mil pesetas. Con esta cantidad y lo recaudado ya de algunos particulares, se procedió a pagar el transporte de la piedra, deduciéndose más tarde la bonificación acordada por las empresas de los caminos de hierro andaluces y línea de Badajoz.

Pero el tiempo pasaba, la recaudación era exigua, y el pagaré del Banco vencía y había que renovarle (por carecer de fondos para cancelarle) y acumular a él los intereses devengados; y esto sucedió varias veces, hasta que en 26 de mayo de 1884, se hizo el pago por un particular.

Así y todo, la Comisión dio los pasos necesarios para contratar con el distinguido escultor Sr. D. José Grajera, el modelo de la estatua que había de servir para la fundición de la misma, si ésta se hacia de bronce, ó la estatua definitiva en mármol.

El Ateneo de Badajoz se suma a la Prensa periódica en éste proyecto. A pesar de que uno de los principales valedores de este proyecto, Rubén Landa Coronado, tuvo que huir tras los sucesos del 5 de Agosto de 1883, la Comisión continuó sus trabajos, y después de remover cuantas dificultades se la presentaban, tuvo la satisfacción de que a las tres de la tarde del día 25 de noviembre de 1883, se pusiera en la citada plaza de Minayo con una solemnidad inusitada, la primera piedra del Monumento. Se enterró bajo ella una caja de zinc con recuerdos de la ocasión.

Animados por este resultado, los individuos de la Comisión siguieron desde entonces, con más entusiasmo si cabe, sus gestiones. Se dirigían instancias, comunicaciones y circulares a los señores senadores, y diputados a Cortes por la provincia, a los ayuntamientos y otros, en demanda de auxilios: y al entonces ministro de la Guerra, el Excmo. Sr. D. José López Domínguez, se elevó una instancia especial, con fecha 23 de Diciembre de 1883, rogándole se sirviera disponer, con arreglo a los trámites de rúbrica en estos casos, que se cediera a la Comisión el bronce necesario de desechos de cañones para la estatua, y que esta se fundiera en una de las maestranzas del Estado. El general accedió, pero el cambio político y la salida del Gabinete del ministro de la Guerra, no permitieron el llevar a término este asunto.

Con fecha 22 de julio de 1884, la Diputación provincial entregó a cuenta de las 7.500 pesetas. Hasta ese momento la Comisión ha hecho cuanto humanamente ha sido posible; el primer paso, quizás el más importante, estaba dado: la colocación de la primera piedra; un vallado de madera que cerraba el extenso sitio, en la plaza de Minayo, donde continuaban los sillares para el gran pedestal de la estatua.

Hasta finales de 1887 no se comenzará a colocarse en la plaza de Minayo de Badajoz el pedestal de la estatua.

En 1894 todavía se pedía en el Congreso que se concediesen los bronces necesarios para la fundición de la estatua, cosa que no se consiguió hasta junio de 1894.

En agosto de 1895 se sacó a concurso en Badajoz la construcción de la escultura por el precio de doce mil pesetas.

Badajoz inauguró por fin la estatua al ateneísta insigne el día 1 de octubre de 1896, con la solemnidad y pompa debidas, asistiendo a ella el pueblo de la ciudad, con las autoridades a la cabeza, una comisión de Siruela, otra en representación del Ateneo de Madrid.

La inauguración se verificó a las cinco de la tarde, a cuya hora salió de la casa capitular numerosísima comitiva, precedida por los maceros municipales, recorriendo por las llamadas por entonces plaza de la Constitución y calle de Moreno Nieto hasta la plaza de Minayo, donde se levanta la estatua. Descubierta ésta después de un breve discurso del gobernador, el presidente de la comisión de la prensa, hizo entrega de ella al alcalde de Badajoz. Se entregó una corona en nombre de la señora viuda, agradeciendo con elocuentes y sentidas frases la honra que a Moreno Nieto hacía el pueblo extremeño. En nombre del Ateneo se habló también, y entregó otra corona.

Dedicatoria  con el año 1897 erróneo
En cuanto al monumento, el autor del pedestal, como dijimos, fue el arquitecto Ventura Vaca. Éste tiene 4,40 metros de alto, con chaflanes en los cuatro ángulos, con palmas, ocupando 16 metros cuadrados. En el plano delantero se puso la dedicatoria y el año 1896. Actualmente pone erróneamente 1897, quizás al reponer los números caídos en algún momento. La estatua, del escultor Aniceto Marinas García, fue fundida en los importantes talleres de los señores Masriera y Campins, de Barcelona. Mide 2,30 metros, y aparece Moreno Nieto en pie, desabrochada la levita, pensativo y cogiendo en la mano derecha un grueso infolio que apoya contra la cadera. La figura planta sobre la pierna izquierda.

Como última curiosidad, decir que durante la segunda República fue sustituido el escudo monárquico que lucía en la parte superior del pedestal por el Republicano con la corona mural, que actualmente se conserva.





Fotografía de antes de la última remodelación de la plaza
Fotografía tras la última remodelación de la plaza y antes de la muerte y tala de los cedros

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6 comentarios:

Manuel Cienfuegos Ruiz-Morote dijo...

Fernando no sabía lo de los apellidos de Moreno Nieto y me parece genial. respecto al escudo republicano de badajoz, siempre he supuesto que esta se puso en la segunda república, pero sabes o tienes constancia de ello en algun documento o escrito?

Fernando de la Iglesia Ruiz dijo...

Sobre lo del escudo, no tengo constancia de cuando se puso, pero supongo que en la misma época en que pusieron los escudos republicanos de la puerta del antiguo hospital San Sebastián

Julián García dijo...

Me encanta la fotografía de la estatua. Un gran personaje y un gran monumento. No andamos sobrados ni de lo uno ni de lo otro.

Capitán Veneno dijo...

Suscribo totalmente el comentario de Julián y uno mis felicitaciones...claro, conciso, concreto...otra lección más de recuperación de la historia pacense...

Capitán Veneno dijo...

Como detalle... en la sede de la Económica Amigos del País, calle de Hernán Cortés, tras el retrato del rey Carlos III que preside lasala, se conserva una corona de flores, de tela, con una cinta que dice algo así como "Los alumnos del Instituto a Moreno Nieto...recuerdo del acto de inauguración de la estatua...

Francisco dijo...

La fotografía de la estatua es una pasada!