Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

viernes, 26 de diciembre de 2008

El pronunciamiento republicano del 5 de agosto de 1883 en Badajoz. 1ª parte

Amanecía el 5 de agosto de 1883 para los poco más de 11.000 habitantes de Badajoz…

Los más madrugadores de aquel Domingo se encontraron con la sorpresa de que la plaza de la Constitución, y todas las avenidas que dan a ella, estaban tomadas por fuerzas del ejército, y las puertas de la ciudad cerradas sin dejar salir a nadie.

Sobre las siete de la mañana empieza a circular la noticia que a la una de la madrugada se había insurreccionado la guarnición, habiendo preso a las autoridades civiles y militares, apoderándose del telégrafo y de la línea férrea.

Se estaban desarmando a los carabineros y guardia civil que se presentaban. Se susurraba que iba a proclamarse la República y que al frente del movimiento se había puesto Don Serafín Asensio Vega, Teniente Coronel de la Reserva de Caballería.

A las ocho la plaza de San Juan estaba ocupada por grupos de curiosos que comentaban el acontecimiento y la sorpresa.

El regimiento de infantería de Covadonga, el de caballería de Lanceros de Santiago y la compañía de artillería que guarnecen la plaza comienzan a formar en columna de paseo en la plaza de Minayo, quedando la caballería a lo largo de la acera del teatro.

Sobre las ocho y media, las fuerzas se dirigen a la plaza de la Constitución por la calle de Moreno Nieto a los acordes de la banda de música de Covadonga que tocaba la Marsellesa y el Himno del Riego.

Tras colgarse un emblema de la República en la galería exterior del edificio consistorial, el teniente coronel Asensio Vega, montado en su caballo, se adelanta hasta el frente de las casas consistoriales, donde arengó en voz alta a las tropas primero y al pueblo después, en breves frases dijo que se había proclamado la República española de orden, terminando su arenga con vivas a la República Española.

Después regresan las tropas a sus respectivos cuarteles.

La casa del Ayuntamiento es invadida por algunos exaltados que descolgaron el retrato del rey Alfonso XII, que estaba en el salón de plenos del Ayuntamiento, y lo arrojaron por el balcón a la plaza, donde lo hicieron pedazos.

Delante del cuartel de Infantería el teniente coronel Asensio Vega se dirigió a la muchedumbre y la hizo entender con enérgicas frases que al proclamar la República quería la libertad con mucho orden; que el vecindario se dedicara a sus faenas ordinarias; pues los soldados que habían proclamado la República estaban encargados de mantenerla y de reprimir cualquier desorden, y concluyó manifestando que la tropa estaba cansada y era preciso dejarla descansar no obligándola a salir de los cuarteles.

La población tomó al poco rato su aspecto ordinario, se retiraron los cañones que había situados en el campo de San Vicente, frente al cuartel de la Guardia Civil, y los guardias municipales y de orden público no dejaron de estar en las calles, notándose sólo algunos trabajadores del campo en las calles, ya que era festivo y no les dejaban salir fuera de la población.

¿Qué estaba ocurriendo?

En Barcelona, el 27 de julio, se celebró una reunión para concretar la fecha de un pronunciamiento militar, donde se acordó que la sublevación sería el día 5 de agosto a la una de la madrugada.

Era una reunión que perfilaba los últimos detalles de la rebelión militar organizada por la Asociación Republicana Militar (ARM), una sociedad secreta militar, con fuerte inspiración e influencia masónica, fundada el 1 de octubre de 1880 con la aprobación de Don Manuel Ruiz Zorrilla, dirigente republicano exiliado, que mantenía incansablemente sus ideas de propiciar rebeliones militares para volver a intentar la panacea republicana.

Dicha asociación militar secreta de signo subversivo y radical, no era más que la continuación en el Ejército de la tradición del mismo signo que se había iniciado en un sector del Ejército durante la guerra de la Independencia, y que luego se había reproducido, en muy diversas circunstancias, hasta el estallido de la guerra cantonal de 1873.

Aunque la Restauración luchó por todos los medios para reprimir este tipo de actividades extremistas, en realidad no logró erradicarlas, prueba de ello es que continuaron durante la Dictadura de Primo de Rivera, en la transición y desarrollo de la Segunda República, y en la Guerra Civil de 1936.

El propósito de la ARM era alistar militares de todos los grados, desde generales hasta sargentos, para dar un golpe de Estado.

La penosa situación militar constituía de por sí un excelente caldo de cultivo para una asociación secreta de sus características, no sólo porque seguía vivo el sentimiento republicano en el ámbito castrense, sino porque al término de la Guerra de los Diez Años de Cuba (1868-78) se había producido el retorno de oficiales descontentos y permitía contar con sectores jóvenes menos inclinados que los generales a acatar con respeto el poder constituido.

El secretario de la ARM era el capitán Melchor Muñoz Epelde, destinado en el Batallón de Reserva de Badajoz, que consiguió incorporar a la organización al teniente Coronel Serafín Asensio Vega y al comandante Pedro Marín de Bernardo, secretario del Gobierno Militar de Badajoz, que serían los que se pondrían al frente de la insurrección.

En cuanto con la participación civil era escasa, se contó con Don Rubén Landa, abogado y periodista, exdirector del periódico La Crónica.

Días antes del pronunciamiento, un emisario de Madrid, don Ezequiel Sánchez, trajo las órdenes con los últimos detalles para el movimiento, que debía ejecutarse a la una de la madrugada del día 5. En este pliego en sobre lacrado venía una carta de Ruiz Zorrilla para el teniente coronel Asensio Vega, las contraseñas de los asociados y las ordenes para otros puntos de Extremadura donde había afiliados que debían secundar el alzamiento.

La contraseña era "libertad y orden" y se decidió que el lugar de concentración sería la plaza de Minayo, donde estaba situado el cuartel de Infantería.

Según el plan de la ARM acordado, la sublevación se emprendería de forma simultánea en cuatro ciudades importantes: Barcelona, Valencia, Zaragoza y Badajoz, añadiéndose después La Rioja.

El grito sería:

¡Viva la República española!
y se restablecería la Constitución de 1869.

En cuanto a las veintidós guarniciones comprometidas restantes, unas tendrían que sumarse al pronunciamiento desde el primer momento y otras permanecerían a la espera del triunfo en las principales guarniciones por disponer de escasos medios.

Tras la concentración del grueso de la guarnición a la una y pocos minutos de la madrugada de este 5 de agosto, a las dos y media de la madrugada fueron simultáneamente presos en sus habitaciones el general Salcedo, los dos subinspectores de artillería e ingenieros, coroneles de Estado Mayor y caballería, tenientes coroneles de Estado Mayor, caballería y carabineros, capitán y oficiales de la compañía de artillería; algunos otros oficiales y el gobernador civil. Son confinados en el Cuartel de Ingenieros.

Después del pronunciamiento del teniente coronel Asensio Vega en la plaza de la Constitución, siguiendo las instrucciones de la Junta de Madrid, se intentó formar una Junta de guerra Mixta, compuesta de las diferentes facciones republicanas, pero las personas de más significación de la ciudad se negaron a formar parte de esta Junta, que quedó constituida solamente con los hombres que hemos ido nombrando como protagonistas en el movimiento.

Algunos elementos de la población civil pidieron armas para defender la República, pero en ningún momento se accedió a estas demandas ya que los militares desconfiaban de la utilización que de aquellas pudiese hacer el pueblo.

La Junta revolucionaria nombró capitán general al teniente coronel Asensio Vega y al comandante Marín de Bernardo general segundo cabo.

Rubén Landa, fue elegido gobernador civil.

El trascurrir de este día para los sublevados comenzó a ser angustioso al comprobar que en el resto del país la tranquilidad era total.

¿Por qué no se habían producido más levantamientos en el resto del país?
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