Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

martes, 1 de marzo de 2011

Los lirios del Fuerte. Estampas de Manuel Alfaro

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No hay recuerdo de quién los puso.

Si fue para poder fabricar pócimas de amor o para ahuyentar los malos espíritus.

O quizás adornan las tumbas de las mujeres antiguas para que la Diosa griega Iris transportara sus almas al mundo subterráneo.

Después se hizo un fuerte para protegerlos…

Nos estamos refiriendo a los Lirios de invierno (Iris planifolia), que están entre las flores más bellas y apreciadas desde la Antigüedad y por todas las culturas como símbolo de pureza. Nos los encontramos por doquier en el fuerte de San Cristóbal.

El lirio recibió su nombre latino Iris de la Diosa griega que simboliza el Arco Iris y, en general, representa la unión entre la Tierra y el Cielo, entre los dioses y los hombres, unión que el arco iris hace sensible.

Luis VII adoptó el Lirio en su emblema durante las Cruzadas, al Lirio se le llamaba "Flor de Luis" y con el tiempo evoluciono a "Flor de Lis", este emblema de tres hojas luego se convirtió en el símbolo de la verdad, la sabiduría y el valor.

El Lirio o Iris, adquiere otros significados, como: Elevación del espíritu. Pureza, Ternura.

Si se regala significa que tengo algo importante que decirte.

Los lirios que aún resucitan todos los años en el fuerte de San Cristóbal evocan en muchos pacenses recuerdos inolvidables.

Fue una de las estampas que nos dejó Manual Alfaro Pereira (1888-1956), nacido en Badajoz, cronista, periodista local, poeta y crítico taurino, dueño de un establecimiento de ultramarinos, que dejó en la memoria de muchos pacenses aquellas charlas radiofónicas de los jueves al mediodía, pintando lugares, personas y ocurrencias de sucesos pretéritos.

Pocos como él supieron mostrar las costumbres, los hábitos, los ambientes pacenses, la vida social de los moradores de la ciudad.

Veamos unos retazos de sus recuerdos que el ayuntamiento de Badajoz editó en 1956 póstumamente bajo el título “Badajoz. Estampas retrospectivas”.

Escojo para ello algunas líneas de lo que dejó escrito sobre los lirios del Fuerte en sus recuerdos de principios del siglo XX, aquellos tiempos en que el fuerte de San Cristóbal “constituía plácida atalaya sobre la que numerosas familias dejaban transcurrir las horas de los domingos y días festivos”:

“…Mientras se desarrollaban comentarios entre las personas mayores, los niños jugaban al corro o a la comba; las mayorcitas paseaban escoltadas, distraídas en cortar candiles y lirios, montones de lirios, de cuya planta estaba invadido el Fuerte, con los que construían coronas que las niñas colgaban a sus cuellos de regreso a la Ciudad.

Las horas se iban consumiendo apaciblemente hasta que un fuerte silbato, procedente de la Estación, ponía en actitud expectante a los paseantes, pues anunciábase la salida del tren de Madrid.

Era exactamente las cuatro y veinte de la tarde… Un general movimiento de curiosidad, repetido todos los domingos y días festivos, agolpaba al público sobre el puente de Palo para ver pasar por la garganta de la sierra al perezoso convoy, en cuyas ventanillas asomaban curiosos los viajeros que recibían cómicos adioses desde el Puente.

El tren, al paso bajo el Fuerte, expelía por su máquina negro humazo que hacía huir a las gentes a toda prisa.

Una vez se había internado entre las huertas del Gévora, parecía que el principal, o al menos uno de los principales objetivos, estaba realizado.

Cuando la tarde llegaba a preludiar sus horas finales, se deshacían los corros, recogíanse los cordeles de las combas para iniciar el desfile…

…La luz de los bellos atardeceres con sus maravillosas puestas de sol. Envolvía la linda ciudad de Elvas, que se destacaba nítida entre los cárdenos del crepúsculo, proyectando sus luces sobre las líricas coronas de lirios que pendían en los cuellos infantiles, como símbolo de feminidad y pureza.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso. La verdad es que siempre he visto los lirios en el fuerte pero nunca se me ocurrió preguntarme por qué había tantos allí y no en los alrededores...

Capitán Veneno dijo...

Muy bonito, y muy bien traído, al hilo de las visitas efectuadas.
Verdaderamente cuando se mira con los ojos del corazón se ve más de lo que los sentidos nos muestran. Muy acertado.