Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

miércoles, 15 de octubre de 2008

El fin del Badajoz Escarlata. 1ª Parte


Hubo un tiempo que las tierras de Badajoz poseyeron uno de los secretos más buscados y apreciados del arte de los tintoreros.

Un secreto guardado por el Badajoz árabe, un secreto que ya los romanos vinieron a buscar a Hispania.

Tierras que antaño la cubrían bosques de encinas, el árbol sagrado de Zeus, cuyo follaje descubría el ruido del viento, y que los privilegiados en oráculos interpretaban.

Ya para los celtas sagradas eran las encinas, y en sus bosques los druidas residían. Si en el tronco muérdago había, presencia del dios supremo revelaba.

Pero no busquen en lo alto de las copas, es la encina chaparra donde se encuentra el secreto escarlata. Secreto que ya los fenicios descubrieron.

En la Chaparra, o Maraña, o Martarrubia, o Coscoja, que de todas estas formas se le llama.

Ahí se esconde las llamadas agallas por el quermes producida…

El rojo Escarlata, símbolo de poder y orden social por estos parajes residía…

Plinio el Viejo escribió en el siglo I:

“…Todos estos méritos del roble, sin embargo, los sobrepasa la encina solamente con el quermes. Este es un grano, y al principio como una roña del arbusto, una encina de hoja pequeña a la que llaman coscojo…"
Y según él, de los más apreciados era el coscojo de los alrededores de Emérita.

En el "Teatro eclesiástico de la iglesia catedral de Vadajoz" de 1618, Gil González Dávila nos legó el testimonio de este tesoro, que por nuestras tierras se recogía:

"Otra grandeza de Vadajoz en los montes de su obispado, de no pequeña ganancia, que es cogerse en ellos la grana en unas matas grandes que los del país llaman coscojas, que es una especie de encina, que no crece más que la estatura de un hombre mediano: tiene las hojas espinosas a las maneras que las de la encina: las ramas son muy delgadas y en ellas se crían unos granitos mayores que de culantro, redondos y colorados, que se hallan pegados a la corteza de esta carrasca, o coscoja.

Comiénzase a coger este grano por los fines de junio, y acábase de coger en los meses de julio y agosto. Dentro de estos granos se engendran unos gusanos menudos y bermejos de color de sangre, que despiden de sí un olor aromático. Los que tratan en cogerlos recogen gran cantidad dellos; rozíanlos con vino blanco del más excelente que se halla y ahogados deste modo, hazen dellos unas rastrillas, que después de secas se muelen y se convierten en aquél tan estimado polvo de la grana con que se tiñen las sedas, y se haze la escarlata. Lo que queda, que es la cáscara donde estuvo encerrado este gusano, sirve también de materia fundamento a la tintura de las medias graas, mezclalando una cantidad de aquél polvo precioso con cáscara molida"


Pero pocos años después, sobre 1654, Solano de Figueroa nos da el fin del Badajoz Escarlata:

"Badajoz…abundante de todo lo que la naturaleza desea para la conservación de los hombres… La grana fue mucha y muy fina, oy no se halla"
La guerra con Portugal seguramente relegó el protagonismo de nuestra "cochinilla", la grana quermes, y ya no se volvió a sacrificar su prole para teñir a los nobles de Europa.

Pero el ocaso de la recolección de la grana comenzó con el descubrimiento de América, y más concretamente cuando Hernán Cortés llegó a lo que sería la Nueva España.

Hasta esos momentos el color rojo era un lujo. El tinte era escaso y su precio inalcanzable para las mayorías. Un albañil necesitaba trabajar de tres a cuatro meses para comprar un metro de tela roja de la calidad más común. El color estaba reservado para los nobles.

Para la nueva burguesía, el primer derroche era la vestimenta roja. Para el campesino, no pasaba de ser un anhelo. Cuando algunos lograban adquirirla, las autoridades se escandalizaban; por eso se dictaron las Leyes del Lujo, que prohibían el uso del rojo a los pobres.

Desde la antigüedad, el color escarlata gozó de especial atención en el mundo mediterráneo. El pensamiento mágico-religioso los asociaba a la realeza. El descubrimiento del tinte se atribuye a los fenicios, que lo obtenían del insecto llamado quermes; de él deriva la palabra carmín. Con escarlata se teñían las túnicas de los legionarios romanos y posteriormente los trajes de la nobleza europea.

En 1521, con la conquista española de México, los aztecas guardaban una sorpresa para los conquistadores: la cochinilla que parasita las hojas del nopal, de la que se producía un tinte abundante y barato que producía un rojo espectacular. Ya en 1523 el emperador Carlos V escribía a Hernán Cortés sobre la rumoreada existencia del tinte, pidiendo su exportación a España, donde sería de "una gran utilidad para el Tesoro Real" y que llegará a ser una de las fuentes principales de la financiación del Reino.

A partir de la primera exportación en 1526, España se dedicó a proteger el secreto esta cochinilla, y Francia, Inglaterra y Holanda a robarlo. El ingreso de extranjeros a México estaba restringido, y sus movimientos vigilados. El pesado control burocrático español fracasó en casi todas las esferas, pero tuvo éxito en la protección de ese monopolio, pues más de tres siglos pasaron antes de que el secreto se les escapara de las manos durante la Revolución Mexicana, aunque poco después el valor comercial iría a desaparecer debido al descubrimiento de los tintes sintéticos.

La costumbre de algunos escritores españoles del siglo XVI de llamar «preciado fruto» o «semilla» al referirse a la grana, determinó que la mayoría de los europeos pensaran en un producto de origen vegetal. Esta confusión fue fomentada por España, con el objeto de dificultar la identificación del colorante, salvaguardando así el secreto de su monopolio. Esto fue tan eficaz como la estricta prohibición sobre la exportación de los insectos vivos.

Debido a los intentos de emancipación de los pueblos americanos y ante el temor de perder tan preciado negocio, la grana cultivada se llevó a Cádiz y de ahí se trajo a las Islas Canarias entre los años de 1824 y 1827.

En el año de 1820 llegaron desde México a Cádiz con dirección a su Real Sociedad Económica ocho nopales o higueras tunas de América, las que venían cargadas del insecto llamado Cochinilla.
La Sociedad consiguió en el mismo año una generación numerosa, y en su consecuencia las Cortes mandaron por su decreto de 29 de Junio de 1822, que se excitase el celo de las Sociedades económicas de las otras provincias, que por su temperatura permitiesen el cultivo de este insecto, pero fue en Canarias donde tuvo éxito, donde aún se recolecta.

Los insectos llamados quermes, los podemos encontrar aún en los chaparros, sobre la mitad o finales de la primavera. Se ven en sus ramas unas tuberosidades o especies de nudos, unos están vivos e inmovibles, y otros están muertos del año anterior. Se distinguen unos de otros en que los primeros están muy pegados a la planta y se encuentra cubierto de una materia algodonada sobre su vientre.

Si se observan estos insectos un poco mas tarde, su piel parece solo una simple cáscara seca, conteniendo y cubriendo una infinidad de pequeños granos rojizos y oblongos, que son los hijos que nacen y subsisten aun por algunos días debajo de la piel de su madre. No es un capullo hilado, es con su propio cuerpo como la hembra del quermes los cubre. Por lo tanto las hembras mueren poco después de la postura, saliendo los hijos de debajo de la piel por una abertura que se encuentra en la parte posterior de su cuerpo. Su crecimiento es muy lento hasta la primavera del año siguiente, que entonces engruesan con mucha rapidez.

Por el "Tratado de la cría de las aves de Corral, de las abejas, gusano de la seda, cochinilla, grana, quermes y de los peces" de Nicolás Casas de Mendoza de 1844, nos podemos imaginar como los pacenses recolectaban el secreto escarlata:


"El color del quermes es de un rojo oscuro, y está ligeramente cubierto de un polvo ceniciento. El que circula en el comercio es de un rojo muy oscuro, debiendo su color al vinagre con que se ha rociado. Los habitantes de los países en que se hace la cosecha del quermes consideran el insecto en tres estados diferentes de acrecentamiento: el primero se verifica al comenzar la primavera; en esta época es de un hermoso color rojo, envuelto casi en totalidad de una especie de algodón que le sirve de nido, es menor que un grano de mijo, y entonces dicen que está empollado el huevo: el segundo estado se toma desde el instante en que el insecto llega á todo su crecimiento, y que el algodón que le cubría se extiende por su cuerpo bajo el aspecto de un polvo gris; entonces parece una simple cáscara llena de un liquido rojizo; en este estado, que llega á ser por Abril, dicen que sale á luz, es decir, que el gusano ha adquirido todo su acrecentamiento: por último, el quermes llega á su tercer estado hacia mediados ó fines de la primavera del año siguiente, en cuya época es cuando se encuentran debajo de su vientre mil ochocientos ó dos mil granos pequeños redondos que son los huevos, los cuales llegando á salir á luz producen otros tantos animales, semejantes á los que les ha dado el ser. Estos huevecillos son mas pequeños que la simiente de adormideras, y están llenos de un licor encarnado pálido.

[…]

Los arbustos más viejos que parecen los menos vigorosos y que son más bajos, son los mas cargados de quermes.

Las mujeres arrancan con las uñas el quermes antes de salir el sol, debiendo cuidarse de dos cosas en tiempo de la cosecha: la primera evitar que las palomas se coman el quermes, porque les gusta mucho, aunque dicen que no les aprovecha; la segunda de rociar con vinagre el que se destina para teñir y ponerle á secar, pues esta operación le da un color rojizo, y sin ella trasformado el insecto en mosca, sale volando y se lleva consigo el color. Luego que se quita la pulpa o polvo rojo, se lavan loa granos en vino, se ponen á secar al sol, se sacuden bien dentro de un saco para que se pongan lustrosos, y después se guardan en talegos; en los cuales se distribuyen, según la cantidad que ha producido el grano, diez ó doce libras de este polvo encarnado por cada quintal. Los tintoreros pagan mas o menos el quermes en razón del más ó menos polvo que produce este grano. El primer polvo sale de un agujero que se advierte en la parte por donde el insecto está agarrado al arbusto, y lo que parece estar adherido al mismo grano proviene de un animalillo que vive debajo de esta cubierta habiéndola horadado, aunque el agujero no está visible. Las conchas del quermes son la matriz de este insecto, y he aquí lo que es la grana de que se saca un hermoso color encarnado, el mas estimado antes de usarse la cochinilla, pues desde esta época dejó de ser el quermes una materia tan importante como lo era antes. Hay mujer que recoje dos libras al día; y no es raro ver el hacer dos cosechas al año: el quermes de la segunda está adherido á las hojas, y nunca es tan grueso, ni da tanto color como el primero."


¿No habéis jugado alguna vez con estas bolitas en el campo?
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sábado, 13 de septiembre de 2008

El Badajoz de mediados del siglo XIX a través del "Madoz". 4ª parte

Continuando con el "Madoz" veamos las instituciones religiosas y benéfico-asistenciales que en esta época había en la actual plaza de Minayo y calle Pedro de Valdivia.


Como vemos en el plano, en la Plaza de Minayo, que debe su nombre al que fue obispo de Badajoz, Manuel Pérez Minayo, se encontraban consecutivamente el Seminario Conciliar, la casa de Ordenandos, y el Hospicio y Hospital Civil.

Continuemos la lectura…

"Hay en Badajoz, como capital de diócesis, seminario conciliar con el título de San Athon, fundado por el Ilmo. Sr. Don Fr. Gerónimo Rodríguez de Valderas, del orden de la Merced, e inaugurado en el año de 1664 durante la porfiada guerra de Portugal. Estuvo primeramente situado junto a la catedral, en lo último de la calle de la Moraleja, y fue trasladado al edificio actual por el Ilmo. Sr. Don Amador Malaguilla en 18 de octubre de 1754, aumentándose después por otros varios señores obispos de la diócesis."
La calle de la Moraleja es la actual calle Ramón Albarrán, y en 1664 llamada canónigo Segura. El Colegio-Seminario se erigió en la primera manzana a la izquierda, en la que fueron casas mayores de Rodrigo Dosma, haciendo esquina a la calle Dr. Lobato y al campo de San Juan.

Se trasladó en 1754 a las casas principales y accesorias que el Conde Vía-Manuel tenía, con su portada principal frente al convento de San Francisco, dando esquina al antiguo palacio episcopal, adaptándolas para su nueva labor docente de seminario.

En diciembre de 1927 comenzaron las obras en la nueva sede de la Cañada de Sancha Brava.

"Hay establecidas en el mismo, una cátedra de gramática latina, otra de ideología, otra de matemáticas Puras, otra de lógica, otra de física experimental, otra de filosofía moral y otra de teología, con la dotación de 3,300 rs, a cada una, a las que asisten de 80 a 100 jóvenes ordinariamente. Las rentas de que se sostiene son 17,460 rs. prod. líquido de fincas y censos, y 68,100 que abona el Estado, para cubrir el equivalente de lo que anteriormente percibía de la masa decimal. Solo mantiene 20 becas de gracia, porque no pasando los cursos ganados en este establecimiento sino para la carrera eclesiástica, no hay quien concurra a él. No era así en los tiempos antiguos, pues como único establecimiento literario en la provincia era frecuentado por muchos alumnos, habiendo producido en todos tiempos hombres útiles a la Iglesia y al Estado."

"Hay además una escuela de latinidad dotada por la retribución de los 13 niños que concurren: otra de dibujo a, que asisten 22, con iguales condiciones; 7 de educación primaria de niños, a las que asisten 508; una de niñas al cuidado de las hermanas de la caridad ó hijas de San Vicente de Paul, dotada de los fondos del hospital de San Sebastián, en cuyo edificio se halla, y forma un solo cuerpo con este establecimiento, a la que asisten 220; otra pagada por la ciudad a que asisten 55; y 12 mas particulares a las que asisten 342, en cuyo número se cuentan algunos niños de 2 a 3 años."

"Por ultimo, inmediato al seminario, y con objeto de preparar a los jóvenes a recibir las órdenes sagradas, se fundó en el año 1804, por el último obispo de esta diócesis D. Mateo Delgado y Moreno, una casa llamada de Ordenandos; bajo la dirección y enseñanza de los PP misioneros de San Vicente de Paul."

El colegio de Ordenandos ocupó las casas de don Juan Caldera de Escobar, entre el Seminario y el Hospicio Real (el que ha sido hasta hace poco el edificio donde estaba el Hospital Provincial de San Sebastián). Sirvió como alojamiento para los seminaristas. Como ayuda de subsistencia contaban con una huerta situada en el actual barrio de Valdepasillas, que desde ese momento se pasó a llamar "huerta de los Ordenandos". A ellos deben el nombre el conjunto de edificios que actualmente hay construidos con ese nombre.

El edificio del Seminario Diocesano de San Atón y su aneja Casa de Ordenandos fueron derribados en 1983, ocupando actualmente su lugar la plaza de San Atón.

"Como establecimiento de beneficencia, es el primero en esta ciudad la casa hospicio de Ntra. Sra. de la Piedad, fundado por el Sr. D Fernando VI en Real orden de 12 de abril de 1757 a consulta del Ilmo. ob., el venerable cabildo y el M N. ayuntamiento, con el objeto de acoger los espósitos y huérfanos pobres de la provincia. El Sr. D. Carlos III en 1773 mandó construir el magnífico edificio que hoy existe, que es tal vez el mejor de la ciudad y que hace honor a la provincia. Su dirección y administración está a cargo de un prebendado de la catedral, en virtud de nombramiento del Excmo. Sr. superintendente general de establecimientos piadosos, fecha 19 de diciembre de 1823."
El edificio que según nos dice, tal vez fuese el mejor de la ciudad en ese momento, es el que actualmente quiere ser transformado en Parador Nacional y que hasta hace poco era el Hospital Provincial de "San Sebastián", que como veremos a continuación no era su originario lugar.

El edificio que mandó construir Carlos III, se hizo junto al originario Hospital de San Sebastián, tras comprar en 1758 las casas, adyacentes a dicho Hospital, de Don Gonzalo de Carvajal y en 1759 las siguientes del marqués de Velamazán. Es posible que se aprovechara la traza de las antiguas edificaciones, al igual que el seminario.

El Hospicio Real de Nuestra Señora de la Piedad tiene su origen en el "Copatronato de Niños Expósitos de Badajoz", que fue fundado en 1694, misma fecha que como veremos se fundaría el originario Hospital de San Sebastián. Gracias al Obispo Manuel Pérez Minayo se consiguió que Fernando VII en 1757, bajo protección real, mandara fundar la "Casa de Niños Expósitos huérfanos y desamparados… mujeres de mala vida y pobres de ambos sexos" o "Casa Hospicio de la Piedad", al que se agregaron los hospitales de la Piedad, Misericordia y Cruz, quedando sólo como hospital independiente el de "San Sebastián". La imagen de la Virgen de la Piedad del antiguo Hospital situado en el campo de San Juan es la que actualmente se encuentra en la portada del edificio.

Debido a las necesidades de ampliación, el Patronato del Hospicio compró los corrales que daban a la calle Lagares, actual calle Zurbarán. En 1774 compró parte del corral del colegio de San Atón y en 1778 el llamado "corral del Parque", ubicado frente a Puerta Pilar.

Como curiosidad, el Hospicio solicitó en 1799 al Ayuntamiento un poco de terreno frente a Puerta Pilar para la ampliación del corralón del Parque, para poder construir una plaza de Toros para la obtención de recursos y aprovechar así la concesión real de tres corridas de toros que tenían concedidas desde 1796. Aunque fue aprobada en 1802 esta petición, el Comandante General de la Provincia propuso otros lugares para levantar la plaza: el campo de San Francisco y Santo Domingo. Al final, por diversos motivos se desechó la idea de la construcción de la plaza de Toros.

En 1779 el Ayuntamiento cede al Hospicio la calleja interior entre la calle Lagares y el Campo de San Francisco completando así la manzana que hoy ocupa el edificio actual que será convertido en Parador Nacional.

La construcción del nuevo edificio del Hospicio debió estar prácticamente acabadas en 1795, fecha en la que veremos, se le agregó el originario Hospital de San Sebastián anejo.

En 1852 se aprueba el traslado del Hospital de San Sebastián a los locales del Hospicio, abandonando éste su primitivo lugar, compartiendo así las dos instituciones el mismo edificio.

El edificio sufrió diferentes reformas, fundamentalmente las realizadas en 1891-1892 y en 1925, aunque el aspecto actual es gracia a las obras de los años 80 del siglo XX, al que añadieron una nueva planta y se derribaron los edificios adyacentes (antiguo hospital de San Sebastián y casa de los Ordenandos)

En cuanto a los diferentes usos compartidos del edificio, sería muy farragoso exponerlos. Cabe destacar el traslado de la Maternidad, Jardín Infantil y Hogares a los nuevos locales construidos a finales de los 40, en la por entonces carretera de Olivenza y hoy avenida María Auxiliadora.

"El hospital de caridad de San Sebastián, fue fundado a últimos del siglo XVI o principio del XVII por D. Sebastián Montero de Espinosa con el objeto de asistir a pobres enfermos. El Sr. Arcediano titular de aquella Santa iglesia D. Juan Vázquez Morcillo, fundo una obra pía que agrego a dicho hospital, para curar mujeres. Las rentas del establecimiento consisten en 75,449 rs."
El Hospital de San Sebastián fue mandado fundar por el capitán don Sebastián Montero de Espinosa en su testamento de 1639. En un principio, según su voluntad, se tenía que haber construido en sus casas principales, donde actualmente está el convento de las Descalzas, en la Plaza de López de Ayala, que a este lugar se trasladaron en 1674, cediendo a cambio, para construir el Hospital, su convento, que daba en aquella época al Campo de San Francisco, muy cerca de las murallas y Puerta Pilar.

La fundación del Hospital ordenada en el testamento se hizo efectiva, al parecer, en 1694, aunque no abrió sus puertas hasta 1700.

Como hemos visto anteriormente en 1795 pasó a depender administrativamente del Hospicio, concluyendo así el proceso de unión iniciado en 1757 de los hospitales de la Cruz, Misericordia y Piedad.

En 1852 se traslada al edificio del Hospicio, abandonando así su anterior ubicación que tuvo su origen en el antiguo convento de las Descalzas, que fue definitivamente derribado en las obras de remodelación de la década de 1980, abriéndose la calle peatonal que tenemos ahora.

Aunque no lo he podido contrastar, la capilla aún existente, puede que siga ocupando el mismo lugar de la antigua capilla del convento de las Descalzas (puede que desde el siglo XIV).

En el 2002 fue cerrado el Hospital.

"Hay por último en esta capital un presidio ó depósito correccional, al que se destinan por los tribunales del territorio los sentenciados hasta de 2 años de éste castigo; se halla a cargo de un comandante, un segundo comandante y uno habilitado, que suelen ser de la clase de retirados ó excedentes; el numero de confinados consta siempre de 200 a 300 hombres, los cuales se ocupan de ordinario en las obras de fortificación, y demás públicas de utilidad u ornato."
El Presidio estaba situado en el antiguo convento de Santo Domingo, donde actualmente está la Comandancia de la Guardia Civil.