Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

domingo, 11 de marzo de 2012

Epigrafías preislámicas en Badajoz

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Las excavaciones arqueológicas de las últimas décadas van confirmando la existencia de una continuidad de ocupación humana en Badajoz desde muy antiguo, como publiqué en el número 68 de la revista Sharia, y que aunque tenemos escasa información documental de la época cristiana anterior a la “reconquista” del siglo XIII, todos los indicios podrían apuntar a la posible existencia de un núcleo poblacional de cierta importancia también a partir del siglo VI.

En el número 69 de la revista Sharia comencé a relatar el origen de las numerosas piezas del arte monumental que llamamos visigodo. También apuntamos la posibilidad de que parte de las piezas fueran de época mozárabe.

En un futuro intentaremos ir exponiendo un catálogo pormenorizado de restos. Vamos en esta ocasión a adelantarnos un poquito y comentar un par de piezas que tienen la gran particularidad de contener epigrafías.

La primera de ellas, se trata de la pilastra reutilizada por los Almohades en el ángulo interior del recodo de la llamada Puerta de Carros de la Alcazaba, con el fin de reforzar la arista del mismo en el siglo XII.

Se trata de una pilastra de mármol blanco de unos 2,07 m de alto por 32 cm de lado, estriada en dos lados contrarios con aristas biseladas, con un tercer lado plano.

Al ser utilizada como una esquinera de protección, sólo quedan a la vista dos de sus lados: uno de los estriados y el plano. Debido al deterioro del paso del tiempo, se han ido desprendiendo restos del muro al que está adosada, dejando ver, en parte, los otros dos lados.

El cuarto de los lados, oculto, también está estriado con aristas biseladas, aunque en este caso sirven como marco de un rectángulo en vertical de unos 6 cm de ancho por 1,17 m de alto, labrado con epigrafías de época visigoda de unos 6 cm de alto.



Las letras están dispuestas de una en una en horizontal, y al parecer con la intención de que se lean de arriba a bajo.





Parece que se pueden leer las siguientes letras:




Si transponemos las letras en horizontal:





Si nos fijamos en las letras A, tienen el travesaño interno triangular. La letra A con este tipo de travesaño se utilizaba en las inscripciones bizantinas hispanas, aunque no es exclusiva su utilización en esta época. A este respecto, el análisis de conjuntos epigráficos extremeños muestra como la A de travesaño angular ya predomina en la etapa anterior a la época bizantina, y en ésta, a partir del 550 rivaliza con la de travesaño recto, que termina por imponerse hacia mediados del siglo VII, tras un periodo en el que habían convivido juntas, incluso en una misma inscripción.

En cuanto al significado del texto, una de las interpretaciones que podríamos avanzar es que un tal ABRAMANUS COME EL DULCE PAN, es decir comulga; por ello erige la pilastra en conmemoración de dicho momento.

El epígrafe de la pilastra, según esta posible interpretación, sería cristiano. Podría la pilastra, por lo tanto, conmemorar o quedar constancia de lo que pudiera ser una conversión al catolicismo de un visigodo arriano, o al menos, un acto de reafirmación pública de su fe católica, que exigía una preparación previa para poder comulgar. Aunque tampoco se podría descartar que el comienzo del nombre ABRAM también pudiera tener un origen judío.

María Cruz Villalón, sin conocer la existencia de la epigrafía oculta, ya consideraba la pilastra original por su singularidad dentro del mundo de la decoración hispano visigoda, ante la ausencia de paralelos.

Esta pieza, por su singularidad, tendría que ser más profundamente investigada, debiendo en mi humilde opinión ser extraída, estudiada y conservada en el museo.

La segunda de las piezas que contiene una epigrafía está incrustada a media altura en una de las esquinas de la torre de la Alcazaba que da a las traseras del edificio que actualmente ocupa la UNED en la Plaza Alta.

Según la posición actual de la pieza, parece leerse: SADINIA, un nombre femenino seguido de I que pudiera ser la inicial del cognomen que no podemos identificar por sólo aparecer una letra; o la filiación I(uli filia).



Pero si le damos la vuelta, podría leerse el praenomen y el nomen de un hispano-romano I(ulius) VINICIVS.



Las letras son especialmente grandes, deben de tener entre 8 y 10 cm de alto, como si pertenecieran a un edificio público…

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3 comentarios:

Capitán Veneno dijo...

Muy buena exposición y acertadas conclusiones..lástima que no te de tiempo a completar tan importante aportación. Gracias.

Julián García Blanco dijo...

Nada permanece oculto para los ojos que saber "ver".
La pieza dará que hablar. No creo que existan muchas.

Samuel Rodríguez Carrero dijo...

Una vez más, enhorabuena por la entrada, el estudio de estas piezas, pero sobre todo por dar a conocer este dato tan curioso y a la par desconocido. Sencillamente, gracias por compartirlo con nosotros.