Llama
poderosamente la atención a los que visitan por primera vez nuestro parque de
Castelar la columna de mármol con forma de farol que en él hay.
¿Qué será? Se
preguntan.
Los más
curiosos y con mejor vista, observan que aunque están vacíos los huecos
abiertos en cada una de sus caras, puede leerse lo que supuestamente
contuvieron alguna vez: barómetro, termómetro e higrómetro.
Muchos
pacenses habrán oído que a ese lugar donde se encuentre la columna de mármol se
le llama popularmente la rotonda del reloj.
Veamos
un poco de su historia.
A finales del
siglo XIX, la observación meteorológica con instrumentos comenzó a extenderse
por todo el mundo y a suscitar el interés general de la población. Fruto de ese
interés, surgieron iniciativas tanto públicas como privadas para instalar fuera
de los observatorios, habitualmente en parques, jardines y también en las
fachadas de algunos edificios, barómetros, termómetros, higrómetros, etc.
integrados, en algunos casos, en bonitos templetes o en columnas y torres
meteorológicas de bella factura.
Los
instrumentos tenían que ser de fácil comprensión. Por ejemplo, para la humedad
relativa de la atmósfera hay que adoptar el antiguo higrómetro de Saussure,
para la presión atmosférica el Barómetro, y para la temperatura un termómetro.
El higrómetro
se componía de un cabello o barba de ballena fijo por un extremo y por el otro
envuelto en una polea que lleva un indicador que recorre un arco graduado,
dándonos así los grados de humedad relativa.
El barómetro
está compuesto por un tubo dentro del cual se ha hecho el vacío y en que una
cantidad de mercurio hace equilibrio al peso de la atmósfera.
El termómetro
se compone un tubo de poco calibre terminado en una esfera o cilindro lleno de
alcohol o mercurio, que aumentando el calor, se dilata, y disminuyendo se
contrae.
Con las
indicaciones unidas de estos tres instrumentos podemos dar una aproximación del
augurio del tiempo en un corto plazo.
Se solía poner
en lo alto una veleta o catavientos con los cuatro puntos cardinales para
observar la dirección del viento. La idea de dividir el horizonte en partes
iguales para dar nombre a los vientos tiene su origen en la veneración de los
antiguos por el Sol naciente. Puesto el hombre de cara a levante, su espalda y
los dos brazos le indicaron tres puntos más, quedando el horizonte dividido en
cuatro cuadrantes.
En febrero de
1914 gobernador civil de esta provincia, Luis Martínez Fernández, entregó como
donativo particular a la Comisión por él nombrada, la cantidad de 2.472,70
pesetas, con objeto de construir una columna meteorológica, que colocada en
sitio apropiado, sirviera de ornamento y contribuyera a la cultura de las
clases populares.
Inmediatamente,
por encargo de la Comisión y gratuitamente, se comenzó el estudio del proyecto
por el comandante de ingenieros Casimiro González Izquierdo, que lo dibujó
gratuitamente, procediéndose a la construcción de un modelo en escayola por
parte de Julio Clivillés, al que se le pagó 50 pesetas.
Sobre un ancho
basamento cuadrado se levantaba una columna, en cuya cima descansaba un segundo
cuerpo que imitaba a un farol veneciano de cuatro caras, en cada una de las
cuales iría un barómetro, un termómetro, un higrómetro y las coordenadas
geográficas, altitud, etc… Se le coronó con una pequeña veleta.
Toda esta obra
sería fabricada en mármol blanco mate, del país, encargando los referidos
aparatos a las fábricas correspondientes.
Coronando toda
la obra, si hubiese dinero para ello, iría un globo de vidrio iluminado por
dentro para las noches, y en el luciría un dibujo adecuado al mapa de la
tierra, viniendo a constituir todo ello un cuerpo de cuatro metros de altura,
habiendo de llevar la columna unos treinta y cinco centímetros de diámetro.
Se barajó la
posibilidad de que la columna fuese salomónica en vez de lisa, y que tuviera un
collar de bronce, que llevara por un lado el escudo de Badajoz y por otro el de
Extremadura.
Preocupaba el
punto del paseo de San Juan en donde situar la columna. Se prefería que se
levantara en el lugar en que luciendo más, produzca menos alteración en el
paseo. Debía ser estudiado por la comisión de Ornato.
Aprobado
definitivamente por la Comisión el proyecto, fue construido por el marmolista
de esta localidad Antonio Almendro, a quien se le abonó 1.076,10 pesetas en
junio de 1915.
El 23 de julio
de 1914 la Comisión solicitó al Ayuntamiento autorización para establecer la
columna en el parque de Castelar, pero el Ayuntamiento decidió que se colocara
en la plaza de San Juan.
Terminada la
construcción de la parte de mármol de la columna, se trató de adquirir los
aparatos, cosa que no pudo hacerse a consecuencia de la Gran Guerra, que había
estallado el 28 de julio de 1914, y que había elevado los precios un 200 %;
entonces la Comisión acordó dejar depositada la parte del mármol de la columna
en casa del constructor, y el dinero para la compra del aparato que siguiera
depositado en poder de don Enrique Rodríguez Zarzo, pagador de la Comandancia
de Ingenieros.
Terminada la
guerra en noviembre de 1918 y en obra el campo de San Juan, sitio en el que
tenía que ser instalada la columna meteorológica, la comisión acordó poner a
disposición del Ayuntamiento la referida columna que ya llevaba construida tres
años.
Las obras de
pavimentación del campo de San Juan, donde van a hacer desaparecer los jardines
que nos habla López Prudencio y que vimos en la entrada “los mudos vestigios del Campo de San Juan”, comenzaron a realizarse
en enero de 1919 con arreglo al plano e instrucciones del arquitecto municipal
Rodolfo Martínez.
En este mismo
enero de 1919 se hizo entrega de la columna al Ayuntamiento, sin los
instrumentos que se iban a adquirir en Alemania inicialmente. El alcalde José
Clavel se reafirmó en la intención de colocarla en la plaza de San Juan.
En febrero de
1920 se decide, que mientras se construye el monumento a Morales, se coloque en
su lugar en el campo de San Juan la columna meteorológica.
La columna de
mármol se eleva verticalmente sobre una pequeña gradería a la cual va sostenida
por cuatro mensulitas que se desarrollan desde la basa a las esquinas de los
escalones.
Sobre el capitel va sostenido otro cuerpo, que representa una farola
veneciana, también de mármol, con cuatro caras sobre las cuales irán adaptadas
los instrumentos de precisión. Finalmente no se remató con la esfera terráquea
y se colocó la columna frente al Ayuntamiento sin los instrumentos.
Esto trajo
mucha polémica, ya que, encima de haber desaparecido los jardines de la plaza
de San Juan, se coloca la columna sin tener función alguna, teniendo que
desarmarla y guardarla, ya que ni servía para lo proyectado ni este iba a ser
su lugar definitivo, ya que en ese mismo lugar iba proyectada la estatua de
Morales que se puso en 1925.
En octubre de
1924 se hizo entrega al Ayuntamiento, por parte de la Comisión, de los aparatos
que habían de colocarse en la columna.
Se volvieron a
proponer distintos lugares, como frente al Banco de España, por entonces en la
plaza de la Soledad, actualmente conservatorio de música, pero finalmente ganó
la opción inicial de la Comisión de instalarla en el Parque de Castelar.
3 comentarios:
Muchas gracias por esta interesante y curiosa historia de ese mini-monumento de Badajoz que todos conocemos y que no sabíamos de donde provenía, me ha gustado mucho. un saludo.
Muy Muy interesante, gracias
Bonito e interesante articulo.
un cordial saludo
IANTT- Jesús
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