Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

domingo, 3 de marzo de 2013

La columna meteorológica del parque de Castelar




Llama poderosamente la atención a los que visitan por primera vez nuestro parque de Castelar la columna de mármol con forma de farol que en él hay.

¿Qué será? Se preguntan.

Los más curiosos y con mejor vista, observan que aunque están vacíos los huecos abiertos en cada una de sus caras, puede leerse lo que supuestamente contuvieron alguna vez: barómetro, termómetro e higrómetro.

            Muchos pacenses habrán oído que a ese lugar donde se encuentre la columna de mármol se le llama popularmente la rotonda del reloj.

            Veamos un poco de su historia.

A finales del siglo XIX, la observación meteorológica con instrumentos comenzó a extenderse por todo el mundo y a suscitar el interés general de la población. Fruto de ese interés, surgieron iniciativas tanto públicas como privadas para instalar fuera de los observatorios, habitualmente en parques, jardines y también en las fachadas de algunos edificios, barómetros, termómetros, higrómetros, etc. integrados, en algunos casos, en bonitos templetes o en columnas y torres meteorológicas de bella factura.

Los instrumentos tenían que ser de fácil comprensión. Por ejemplo, para la humedad relativa de la atmósfera hay que adoptar el antiguo higrómetro de Saussure, para la presión atmosférica el Barómetro, y para la temperatura un termómetro.

El higrómetro se componía de un cabello o barba de ballena fijo por un extremo y por el otro envuelto en una polea que lleva un indicador que recorre un arco graduado, dándonos así los grados de humedad relativa.

El barómetro está compuesto por un tubo dentro del cual se ha hecho el vacío y en que una cantidad de mercurio hace equilibrio al peso de la atmósfera.

El termómetro se compone un tubo de poco calibre terminado en una esfera o cilindro lleno de alcohol o mercurio, que aumentando el calor, se dilata, y disminuyendo se contrae.

Con las indicaciones unidas de estos tres instrumentos podemos dar una aproximación del augurio del tiempo en un corto plazo.

 Se solía poner en lo alto una veleta o catavientos con los cuatro puntos cardinales para observar la dirección del viento. La idea de dividir el horizonte en partes iguales para dar nombre a los vientos tiene su origen en la veneración de los antiguos por el Sol naciente. Puesto el hombre de cara a levante, su espalda y los dos brazos le indicaron tres puntos más, quedando el horizonte dividido en cuatro cuadrantes.

En febrero de 1914 gobernador civil de esta provincia, Luis Martínez Fernández, entregó como donativo particular a la Comisión por él nombrada, la cantidad de 2.472,70 pesetas, con objeto de construir una columna meteorológica, que colocada en sitio apropiado, sirviera de ornamento y contribuyera a la cultura de las clases populares.

Inmediatamente, por encargo de la Comisión y gratuitamente, se comenzó el estudio del proyecto por el comandante de ingenieros Casimiro González Izquierdo, que lo dibujó gratuitamente, procediéndose a la construcción de un modelo en escayola por parte de Julio Clivillés, al que se le pagó 50 pesetas.

Sobre un ancho basamento cuadrado se levantaba una columna, en cuya cima descansaba un segundo cuerpo que imitaba a un farol veneciano de cuatro caras, en cada una de las cuales iría un barómetro, un termómetro, un higrómetro y las coordenadas geográficas, altitud, etc… Se le coronó con una pequeña veleta.

Toda esta obra sería fabricada en mármol blanco mate, del país, encargando los referidos aparatos a las fábricas correspondientes.

Coronando toda la obra, si hubiese dinero para ello, iría un globo de vidrio iluminado por dentro para las noches, y en el luciría un dibujo adecuado al mapa de la tierra, viniendo a constituir todo ello un cuerpo de cuatro metros de altura, habiendo de llevar la columna unos treinta y cinco centímetros de diámetro.

Se barajó la posibilidad de que la columna fuese salomónica en vez de lisa, y que tuviera un collar de bronce, que llevara por un lado el escudo de Badajoz y por otro el de Extremadura.

Preocupaba el punto del paseo de San Juan en donde situar la columna. Se prefería que se levantara en el lugar en que luciendo más, produzca menos alteración en el paseo. Debía ser estudiado por la comisión de Ornato.

Aprobado definitivamente por la Comisión el proyecto, fue construido por el marmolista de esta localidad Antonio Almendro, a quien se le abonó 1.076,10 pesetas en junio de 1915.

El 23 de julio de 1914 la Comisión solicitó al Ayuntamiento autorización para establecer la columna en el parque de Castelar, pero el Ayuntamiento decidió que se colocara en la plaza de San Juan.

Terminada la construcción de la parte de mármol de la columna, se trató de adquirir los aparatos, cosa que no pudo hacerse a consecuencia de la Gran Guerra, que había estallado el 28 de julio de 1914, y que había elevado los precios un 200 %; entonces la Comisión acordó dejar depositada la parte del mármol de la columna en casa del constructor, y el dinero para la compra del aparato que siguiera depositado en poder de don Enrique Rodríguez Zarzo, pagador de la Comandancia de Ingenieros.

Terminada la guerra en noviembre de 1918 y en obra el campo de San Juan, sitio en el que tenía que ser instalada la columna meteorológica, la comisión acordó poner a disposición del Ayuntamiento la referida columna que ya llevaba construida tres años.
Las obras de pavimentación del campo de San Juan, donde van a hacer desaparecer los jardines que nos habla López Prudencio y que vimos en la entrada “los mudos vestigios del Campo de San Juan”, comenzaron a realizarse en enero de 1919 con arreglo al plano e instrucciones del arquitecto municipal Rodolfo Martínez.

En este mismo enero de 1919 se hizo entrega de la columna al Ayuntamiento, sin los instrumentos que se iban a adquirir en Alemania inicialmente. El alcalde José Clavel se reafirmó en la intención de colocarla en la plaza de San Juan.

En febrero de 1920 se decide, que mientras se construye el monumento a Morales, se coloque en su lugar en el campo de San Juan la columna meteorológica.



La columna de mármol se eleva verticalmente sobre una pequeña gradería a la cual va sostenida por cuatro mensulitas que se desarrollan desde la basa a las esquinas de los escalones.



 Sobre el capitel va sostenido otro cuerpo, que representa una farola veneciana, también de mármol, con cuatro caras sobre las cuales irán adaptadas los instrumentos de precisión. Finalmente no se remató con la esfera terráquea y se colocó la columna frente al Ayuntamiento sin los instrumentos.



Esto trajo mucha polémica, ya que, encima de haber desaparecido los jardines de la plaza de San Juan, se coloca la columna sin tener función alguna, teniendo que desarmarla y guardarla, ya que ni servía para lo proyectado ni este iba a ser su lugar definitivo, ya que en ese mismo lugar iba proyectada la estatua de Morales que se puso en 1925.

En octubre de 1924 se hizo entrega al Ayuntamiento, por parte de la Comisión, de los aparatos que habían de colocarse en la columna.

Se volvieron a proponer distintos lugares, como frente al Banco de España, por entonces en la plaza de la Soledad, actualmente conservatorio de música, pero finalmente ganó la opción inicial de la Comisión de instalarla en el Parque de Castelar.





3 comentarios:

Miguel A.C dijo...

Muchas gracias por esta interesante y curiosa historia de ese mini-monumento de Badajoz que todos conocemos y que no sabíamos de donde provenía, me ha gustado mucho. un saludo.

Diario de una chica de ciudad dijo...

Muy Muy interesante, gracias

IANTT dijo...

Bonito e interesante articulo.
un cordial saludo

IANTT- Jesús